jueves, 5 de septiembre de 2013

Se destapa el cotarro

                Hablábamos de ello ya el pasado 12 de julio. En la entrada que publiqué entonces titulada “Cuatro horas con Pedrojota” (http://cpweiller.blogspot.com.es/2013/07/cuatro-horas-con-pedrojota.html) invitaba a reflexionar sobre los motivos que podían llevar a que el diario El Mundo jugase a demostrarle al Gobierno que sabía mucho más de lo que publicaba. 

            Que los intereses de la cabecera mediática y el Partido Popular estaban enfrentados resultaba obvio. La situación económico-financiera de Unidad Editorial (editora de El Mundo, entre otros diarios, propiedad de RCS Mediagroup) era y sigue siendo más que grave; y Rajoy y los suyos ni parecían ni parecen estar por la labor de echar una mano al diario que en su día posibilitó el final del felipismo y el primer gobierno de los populares. Cría cuervos…

            Y si rescato hoy el asunto, es porque finalmente sale a la luz el cotarro en toda su magnitud. Parece que ya no es solo que desde Moncloa no quieran ayudar a subsistir a la segunda cabecera nacional más importante; sino que el Gobierno está orquestando una operación para que varios bancos compren Unidad Editorial, con la intención de ceder luego la gestión a un grupo afín al PP.**

            Una vez más, Pedrojota en el punto de mira del poder. Tal y como ya le sucedió cuando le sacaron de Diario 16… Y no pretendo yo ni mucho menos defender a Pedrojota, o criticarle, o todo lo contrario. Lo único que me interesa es señalar una vez más cómo un Gobierno y unos medios de comunicación que deberían servirnos a los ciudadanos, están enzarzados en enfrentamientos como diferentes patas del sistema que son, en el que nosotros más bien poco tenemos que ver. Y lo peor de todo ya no es que nos reduzcan a una mera excusa en sus juegos, en “introductores de papeletas en urnas” los unos y en “compradores de periódicos” los otros. Lo peor sin duda alguna es que lo hacen con todo nuestro beneplácito y colaboración.

            Porque; pensémoslo fríamente; desde nuestro punto de vista, como ciudadanos, deberíamos alegrarnos de que una gran cabecera se enfrente al Gobierno de turno. Pocas cosas impiden tanto nuestro ejercicio de la Democracia como unos medios de comunicación “amigados” con el poder político, dispuestos a callarse determinadas cosas si así pueden favorecer a un gobierno que a la larga les favorece a ellos. Sintiéndolo (o no) por Pedrojota, nosotros deberíamos estar frotándonos las manos pensando en todos los “secretos” que, ahora que no tiene nada que perder, podría publicar en su diario. Deberíamos, de hecho, sentir esperanza. Finalmente podríamos llegar a conocer gran parte de la información que, a pesar de resultar imprescindible para nuestro correcto ejercicio de la Democracia, sistemáticamente se nos oculta. Y con un pueblo informado…

            Prefiero no seguir. Esto es España. Y en España lo más que podemos sentir ante la perspectiva de que se hagan públicas ciertas informaciones es morbo. La experiencia demuestra que nuestro problema no es de falta de información. Pedrojota nos la ha dado de sobra. Tal vez no ha puesto nombres y apellidos, pero nos ha contado lo que ocurre en el PP con pelos y señales. Y sin necesidad de que lo destape ningún periódico, vemos día tras día que nuestro gobierno es capaz incluso de tasar el autoconsumo de energía solar con tal de que nos salga más caro que comprar la energía a sus amigos del oligopolio energético. Cómo indulta a quien indulta, o cómo contradice todos los principios de la lógica, la moral o incluso la propia ideología que dice representar, con tal de mantener a flote su chiringuito sin importarle si entretanto nos vamos a pique todos los demás. Pues, con todo, si mañana hubiese elecciones las ganaría el PP.

            No son pocos los que están dispuestos a reconfortarnos y liberarnos de responsabilidad señalando las deficiencias del sistema: la inexistente separación de poderes, la injusta ley electoral, las lagunas imperdonables de la Constitución…  En definitiva, nos cuentan lo que posibilita esta partitocracia. Este sistema generado por y para los partidos que reduce la Democracia a un chiste e invita a la corrupción por doquier. Y vale que cada uno de nosotros por sí mismo poco o nada puede hacer. Pero repito: de haber mañana elecciones ganaría el PP, incluso cambiando la ley electoral; y lo único que podría impedirlo es una victoria del PSOE, que con los EREs y demás también tiene lo suyo. Y eso, muy por encima de la tarea titánica que va a suponer regenerar nuestra democracia, es lo que realmente me deja sin lugar a la esperanza.



jueves, 29 de agosto de 2013

Ni deber ni responsabilidad

          Tampoco yo creo que USA deba ser la policía del mundo. Nunca me han gustado los abusones, y me empalagan sobremanera los discursos grandilocuentes en los que se señala nuestra obligación como mundo libre para con los pobrecitos ciudadanos de otras partes del mundo con menos suerte que nosotros. Los que intentan convencerme de que tenemos que ir por el mundo implementando por huevos sistemas parecidos a los nuestros no acaban de conseguirlo. Ni es nuestro deber, ni tampoco nuestra responsabilidad… Ahora bien, eso no quita que en determinadas ocasiones podamos intervenir.

         El papel de nuestros países en el mundo, no es muy distinto al que personalmente tenemos como ciudadanos. En España, por ejemplo, contamos con unas fuerzas del orden, y un sistema judicial, y un aparato legislativo y toda una serie de mecanismos para establecer el orden y mantener la seguridad. No es nuestro deber ni nuestra responsabilidad andarnos por las calles desfaciendo entuertos en plan quijotesco, y creo que sobraría explicarles lo perjudicial que resultaría para todos que nos diese por tomarnos la justicia por nuestra propia mano cada vez que tuviésemos la oportunidad. Ahora bien, si se da la circunstancia de que presenciamos cómo un tipo toma el bolso de una persona mayor y sale corriendo con él pasando justo por nuestro lado… ¿Sería oportuno ponerle la zancadilla?

            Yo creo que sí. Algunos me dirán que eso es meterme donde nadie me llama. Otros me recordarán que tenemos unas fuerzas del orden para esos menesteres. Los más cínicos me señalarán que cabe la posibilidad de que el bolso se lo hubiesen quitado antes al joven, o que su contenido fuera a ser utilizado por la persona mayor con fines malévolos, con lo que puede que todos estemos mejor ahora que no lo tiene. Los más sensatos me advertirán de que como a consecuencia de mi zancadilla el tipo se vaya al suelo y se haga daño, su abogado me va a empapelar y que me arrepentiré de haber metido el pie por el resto de mis días. A pesar de todo, apuesto por ello. No es mi deber. Mucho menos mi responsabilidad. Pero sigo pensando que lo suyo es meter el pie con ganas…

        Y tal vez el símil sea muy burdo y simple pero creo que, manteniendo las distancias, puede aplicarse en parte a lo que debería ser nuestro papel en Siria. Algunos dirán que no es asunto nuestro. Yo estaré de acuerdo con todos los que nieguen que sea nuestro deber o nuestra responsabilidad. Pero entiendo que toca intervenir. Y ya no solo porque se hayan utilizado armas químicas contra la población civil, se me ocurren otras 100.000 razones con nombres y apellidos. Pero, claro, no podemos esperar que "el genio del plasma" de pronto desarrolle el coraje y valentía que en su caso ni están, ni se les espera. Que vale que siendo el otro gran progresista planetario el que lidere el ataque, con premio Nóbel de la paz y toda la pesca; no parece que Rubalcaba vaya a tener la tentación de movilizar al personal. Tampoco que la farándula vaya a ponerse a hacer de abogado del ladrón de bolsos, como tanto le gusta hacer cuando son los fachas los que ponen la zancadilla. Pero ni con esas; Rajoy no tiene lo que hay que tener, y no moverá un dedo de no ser avalado por todos los organismos internacionales habidos y por haber. Y aún entonces se lo pensará muy mucho y hará lo posible porque nuestra participación sea secundaria y nada determinante, en plan “nosotros solo pasábamos por allí”. Y de Europa… Poco podemos esperar de Europa. Nuestra Europa borracha de buenrollismo, pacifismo y estupidez apostará una vez más por la vía del diálogo. Y si de nuestra Europa dialogante dependiese, los 100.000 muertos podrían convertirse en 200.000, y luego en un millón, y luego en dos millones; que ni con esas nos bajaríamos de la burra esa de que no hay mayor poder que el de la palabra. Porque en Europa estamos excesivamente civilizados como para pretender arreglar algo a hostias, por favor… Más bien lo discutimos en la ONU, y exigimos que se arregle el problema. Pero, eso sí, sin ser nosotros los que arreglemos el problema; lo nuestro es el diálogo…

            Estados Unidos, por su parte, es harina de otro costal. La ONU para ellos es un juguete que montaron cuando aquello de la guerra fría que ahora se les ha ido de las manos.  Y por mucho que así haya sido, sigue siendo su juguete; y no tienen problema en pasárselo por el arco de triunfo cuando así les apetece hacerlo. Y les va mucho lo del diálogo, pero también tienen orgullo y fuerza, y no se sienten menos civilizados cuando les toca utilizarla. Saben que son la primera potencia del mundo, y que eso de la “comunidad internacional” se queda en un chiste malo sin ellos. Por eso, aunque buscan el acuerdo, si entienden que toca dar un par de tortas no van a esperar todo lo que tardaría en llegar la aprobación de unos países que ni podrían darlas ellos mismos de considerarlo oportuno, ni tampoco impedírselo en el caso contrario. Y en este caso debemos alegrarnos de que así sea, porque Siria requiere una intervención de manera inminente, y quién sabe cuándo llegaría a producirse (o si se produciría) si de nosotros dependiera…

jueves, 22 de agosto de 2013

Nuestro reflejo en las redes

         Me faltan palabras para describir las sensaciones que me produjeron muchas reacciones ante el accidente que esta semana sufrió Cristina Cifuentes. Y no me refiero a declaraciones públicas ni mucho menos. En los medios, al menos por lo que yo he visto, el personal supo comportarse con la seriedad que las circunstancias recomendaban; harina de otro costal fue lo acontecido en las redes sociales, y en Twitter en particular.

            Es lo que tiene Twitter. A diferencia de otras redes en las que solo accedes a las opiniones y comentarios de aquellos a los que has agregado a tu grupo, en la red del pajarito azul tienes acceso a los desvaríos del grueso de los usuarios; y en ocasiones como esta semana, el espectáculo le pone a uno los pelos de punta. Así es que prefiero ahorrárselo a ustedes y no copiaré aquí ninguna de las barbaridades con las que me he encontrado estos días. Me limitaré a explicar (para aquellos ajenos a las redes sociales) que en su mayoría deseaban el peor de los desenlaces posibles para Cristina Cifuentes, cuando no celebraban el hecho de que estuviese herida de gravedad… Y seguramente para aquellos que no frecuentan Twitter esto pueda parecer exagerado, o que se trataba de casos excepcionales; pero por desgracia no es el caso: los mensajes de este tipo se contaban por miles a las pocas horas del accidente…

            Lo verdaderamente peor de todo es que los autores de semejantes atrocidades no son extraterrestres; son nuestros vecinos. En este caso particular se trata de personas normales y corrientes que se han tragado el discurso ese de que la violencia y la intolerancia son patrimonio exclusivo de los “fachas”. Y como se lo han tragado, su actitud no les parece paradójica. Mientras se adhieran a una corriente ideológica “anti-facha”, su desprecio absoluto hacia la violencia y la intolerancia resultan fuera de toda duda. Y toda violencia e intolerancia ejercida hacia los “fachas” no será más que justicia social. Después de todo, merecen eso y más; precisamente por su indiscutible naturaleza violenta e intolerante… Son personas que han cambiado ideología por sectarismo, y mientras El Mundo publica noticias sobre Bárcenas, no hablan más que de Bárcenas; pero cuando el mismo diario destapa la corrupción en UGT, hablan sobre Franco; y llegan a tener una percepción del mundo tan viciada que al final ya no solo desean la muerte de cualquier “pepero” por el simple hecho de serlo, sino que ni tan siquiera tienen reparo alguno en afirmarlo públicamente…

            Pero no se vayan a pensar que la barbarie 2.0 es exclusiva de éstos. Qué va. Ni mucho menos. Son los protagonistas esta semana, pero la anterior lo fueron sus supuestos adversarios ideológicos. Resulta que desde alguna de las cuentas oficiales de las juventudes socialistas se publicaron una serie de comentarios a raíz de la muerte de Rosalía Mera de bastante mal gusto y excesiva frivolidad. De nuevo prefiero ahorrarles la sarta de salvajadas con las que se les respondió; que parece ser que en todas las casas cuecen habas…


            Dicen algunos expertos que las redes sociales no son sino un reflejo de la sociedad en que vivimos. Que el anonimato en un principio nos permitió sacar a relucir lo peor de nosotros mismos; y que luego al poder identificarnos con un montón de semejantes lo asumimos como “normal” y así hemos llegado a firmar nuestras brutalidades con nombre y apellidos. El problema es que lo que se refleja en ellas es odio visceral (a muerte, de hecho); y no podemos ignorar que creer que los adversarios están mejor muertos o en la cárcel, es lo que ha dado comienzo a todas las guerras; como la española, sin ir más lejos. Y tal vez en pleno siglo XXI pueda parecer descabellado imaginarnos a tiros los unos con los otros; posiblemente ya no sean tiempos en España para guerras de ese tipo. Pero seguro que el nuevo siglo tiene su propia forma de guerra civil para nosotros;  e intuyo que de producirse no nos va a gustar un pelo…

viernes, 16 de agosto de 2013

Invertir en talento

Todos los recortes, por necesarios que los considere en algunos casos, me preocupan y desvelan; pero si hay una partida en particular cuya reducción me genera mayor inquietud, es sin duda la destinada a Investigación y Desarrollo (bueno, e innovación, que lo de “I+D” sonaba tan a siglo XX que hemos tenido que añadir “+i” para adaptarnos a los tiempos. Valiente mamarrachada).

Claro está que el futuro a medio y largo plazo depende enteramente de ello. La crisis actual viene de una crisis financiera provocada por los abusos de la banca de inversión; pero no debemos olvidar que estos abusos llegaron porque nuestras economías requerían de unos niveles de crecimiento de la actividad económica inalcanzables fuera de una burbuja. Vamos, que el modelo socialdemócrata de nuestros estados del bienestar no daba más de sí, porque era insostenible prácticamente desde que se concibió. Y tal vez sea más reconfortante limitarse a pensar que si las cosas van  mal es por los millones que Bárcenas se llevó a Suiza o por los que los de los ERE se gastaron en putas y cocaína; pero ni recuperándolos íntegramente y anulando todos los gastos de las administraciones y pagos a cargos políticos de toda índole llegaríamos a tapar una mínima parte del agujero en el que nos hemos metido. Vale que estaríamos menos mal, pero no solucionaríamos así el problema. Necesitamos un nuevo modelo productivo para nuestra economía, y eso solo puede llegar como fruto de la inversión en I+D (+i, of course)…

Así las cosas, ya no se trata de una cuestión ideológica o de una opinión personal discutible: España necesita apoyar firmemente la investigación y el desarrollo; porque solo estableciendo industrias innovadoras y punteras podremos llegar a contar en el futuro con una economía que permita unos servicios sociales que recuerden lejanamente a los que gozamos hoy. Ahora bien, no bastará con que llegue un gobierno dispuesto a dar un giro en ese sentido. Ya que tanto nos gusta el palabro “sostenible”, nosotros por nuestra parte debemos cambiar nuestra mentalidad si es que queremos que nuestro país genere un sector de Investigación y Desarrollo que se pueda sostener en el tiempo. Porque no sirve con que se destine una partida presupuestaria; sino que es necesario que esa partida se invierta de manera productiva y eficiente. Que se elijan los proyectos y los individuos con mayor potencial para la innovación aplicable, y se destinen nuestros dineros a los centros con mejores medios y las personas más cualificadas y preparadas; si es que queremos que nuestra inversión genere como retorno industrias que puedan fortalecer nuestra economía y crear empleo para no pocos ciudadanos. Y tal vez para la mayoría esto suene a perogrullada, pues claro que tenemos que invertir en talento, pero no tardarán en llegar los demagogos populistas que no entienden esto de la democracia (más que nada porque su ideología no es físicamente aplicable fuera de un sistema totalitario) para hacernos ver que actuar de ese modo es un flagrante acto de discriminación inaceptable y  a todas luces deleznable.

Estos no ven (o no quieren ver) más allá de la inmediatez, y así es que como el dinero público es de todos, pues debe ser para todos sin excepción. Y no aceptarán que el Estado invierta en que unos cuantos investiguen y desarrollen, por mucho beneficio que pudiera suponer para el conjunto de la sociedad a medio o largo plazo; o se reconoce el derecho universal indiscutible de todo hijo de vecino al que se le ponga en la punta del fistro investigar con cargo a fondos públicos, o con el dinero de todos no investiga ni dios.


Y si piensan que exagero, piénsenlo dos veces. ¿Acaso recuerdan en qué momento pasamos de hablar de la necesidad de que el Estado apoyase a aquellos que quisieran estudiar en la universidad pero careciesen de medios, a hablar como hablamos hoy del derecho indiscutible de todo ciudadano español a obtener una licenciatura a cargo del presupuesto público? A la generación de nuestros padres les resultaría descabellado en su momento imaginar que alguien pudiese protestar porque se exigiese un 6.5 de media para becar a una persona sin medios para que pudiese acceder a la universidad. Seguramente incluso más descabellado de lo que nos resulta hoy pensar que nuestros hijos tal vez se manifiesten un día porque algún facha cabrón pretenda establecer requisitos para que un ciudadano cualquiera reciba fondos para Investigación… Si llegamos a ello, nuestro futuro será negro. Muy negro…

jueves, 8 de agosto de 2013

Toparse con Rubalcaba y las dos Españas

Curioso lo que puede llegar a pasársele a uno por la cabeza...

Disfrutaba yo el otro día de un día más de mis vacaciones (espero que merecidas, aunque eso no me toca valorarlo a mi) cuando tuve la suerte o la desgracia de toparme con Alfredo Pérez Rubalcaba... No puedo decir que me sorprendiese, ya que voy a menudo al lugar en el que siempre pasa él sus vacaciones con su familia y, de unos años a esta parte, con los Lissavetzky; pero sí que, a pesar de lo poco inesperado, echó a andar a mi imaginación...

Lo primero que me pasó por la cabeza fue acercarme a él y decirle ese par de cosas que a casi todos nos apetecería soltarle a algún miembro de la partitocracia, especialmente a uno tan relevante como el excelentísimo líder de la oposición. Sinceramente no creo que ese tipo de manifestaciones sean correctas o sirvan para gran cosa pero, si he de ser honesto, creo que por encima de todo me faltaron agallas. Que ya no es solo que no sea yo de naturaleza bravucona, es que el séquito de escoltas que le acompaña le quita a uno las ganas de acercársele a nada que no sea darle los buenos días y besar sus santísimas posaderas. No es que tengan pinta de tíos a agresivos o nada de eso, pero el hecho de que sean varios y grandes... A poco buenos que sean en su trabajo, mejor no andarse con tonterías... Pero el no haberme atrevido, no impidió que me imaginase qué habría podido suceder de haberle echado un par de huevos; y lo primero que me vino a la cabeza es lo cerca que está el cuartel de la Guardia Civil, y lo rápido que me habrían escoltado los guardaespaldas a hacerle una visita. Que para escoltar están. Normal. Vaya un lío estupendo en el que me habría metido mi temeridad.... Rubalcaba es un personaje público, sí; pero el hecho de que sea público no significa que podamos hacer con él lo que nos venga en gana. Al igual que uno no puede defecar en la vía pública, por muy de todos que sea, tampoco debe ser legal cagarse en los muertos de ninguna persona, por pública que sea su existencia, pase lo que pase en Telecinco.

Pero entonces tuve una ocurrencia malévola... Bien podía convocar a varias decenas de amigos que de seguro estarían encantados de decirle un par de cositas al susodicho. Entonces podíamos hacer eso que de hacerlo yo solo sería un claro delito, pero al ser muchos llamarlo "escrache" e irnos de rositas... Mmmm... Tentador...

Enseguida caí en la cuenta... No puede llamarse "escrache" si el objeto del delito es Rubalcaba. Medio centenar de personas vociferando insultos a la puerta de la casa en la que se encuentra Rubalcaba con su familia no sería un "escrache". Un grupo de indignados acosando a los Rubalcaba y Lissavetzky en su lugar de descanso no sería un "escrache". Y no sería porque lo del término "escrache" sea una falsedad tras la que se ocultan delitos flagrantes (que lo es) sino porque Rubalcaba es del PSOE. De la supuesta izquierda. Y cualquiera con dos dedos de frente sabe que el término "escrache" solo aplica cuando el objeto de la "acción popular" (creo que así lo denomina Ada Colau, corríjanme si me equivoco) es del PP, o de derechas, o un puto facha de mierda, vaya, que se supone que al final vienen a ser lo mismo...

Un "escrache" a Rubalcaba sería un deleznable acto violento de un grupo de extrema derecha. Y tampoco es que tenga yo mayor problema con que me califiquen como de extrema derecha, sabiendo que en España así es como se califica a todo hijo de vecino que no sea de izquierdas o al menos de la supuesta izquierda del PSOE; pero es que los insultos y cagamentos siendo Rubalcaba el objeto serían consignas neonazis, y por ahí ya no paso...


Y así es como mi imaginación me llevó una vez más a la reflexión. A los dobles raseros que aplicamos en las dos Españas, y en el difícil arreglo que tiene todo esto... Porque verdad es que hay dos Españas, pero no son las que nos vienen a la cabeza. La casta ha conseguido que sigamos viendo dos Españas, y que los de la una culpemos indefectiblemente de nuestros males a la otra. Y así para unos el problema son los rojos, y para los otros lo son los fachas. Y mientras sigamos viéndolo así, persistirá el problema. Que no es otro que la misma existencia de otras dos Españas: la nuestra, y la de la casta...

domingo, 4 de agosto de 2013

Posibilitar la impunidad

Finalmente habló Rajoy la semana pasada... Tanto exigía su comparecencia la oposición que tal vez incluso alguno llegase a pensar que podría servir para algo; que cabía alguna posibilidad de que el escándalo de Bárcenas sonrojase mínimamente al Presidente del Gobierno... Menudo jarro de agua fría...

La impunidad de nuestros dirigentes es total. A todos nuestros políticos, siempre que se refieran a un tercero, se les llena la boca explicando en plan Barrio Sésamo las diferencias entre las responsabilidades judiciales y las responsabilidades políticas; y sin embargo lo olvidan fulminantemente en cuanto son ellos los que se encuentran en el punto de mira... Pregúntenles, pregúntenles ustedes por ejemplo a Camps y a Blanco. Comprobarán que ambos consideran que la responsabilidad política del otro es manifiesta independientemente de lo que hayan dicho los tribunales, mientras que para su propio caso la justicia ha demostrado indefectiblemente su inocencia y resultaría injusto e incluso antidemocrático pretender cualquier tipo de medida alguna sobre sus personas...

Y así es como Rajoy puede permitirse incluso ponerse chulito al comparecer en el Senado. No en vano todos en la cámara saben perfectamente que lo de Bárcenas no es un problema de robos o de engaños; que de lo que se trata únicamente es de financiación ilegal del PP. Pero, claro, todos los que tiene enfrente Rajoy pertenecen a su vez a partidos que se financian (digámoslo así en plan eufemístico para evitar meternos en problemas) como se financian los partidos políticos en España. Y como parece que en todas las casas cuecen habas, pues como que ninguno se va a poner a indagar demasiado en el asunto. Antes montan una moción de censura que una investigación seria, profunda y rigurosa; que no están por la labor de tirar piedras sobre su propio tejado...

Rajoy hará, pues, lo que los miembros de la casta hacen en este tipo de circunstancias: olvidar eso de la responsabilidad política hasta la próxima ocasión en la que sea el de enfrente el que sea descubierto nadando estilo mariposa en una cloaca. Se aferrará a su inocencia por aquello de que cualquier español lo es mientras un tribunal no demuestre lo contrario. Y lo dirá como lo dicen todos siempre: con gesto de convencimiento exhibiendo el más absoluto descaro. Como si los españolitos de a pie no supiésemos que son ellos los que designan a dedo a los miembros de las más altas instancias judiciales; o se nos escapase lo poco dado que es el ser humano a morder la mano que le da de comer.

Pero, si he de ser sincero, no escribiría una entrada si se tratase únicamente de denunciar una vez más la falta de independencia del poder judicial en España o la infinita desvergüenza de la casta partitocrática. Que por esencial que resulte la denuncia, uno se cansa de tanto repetirse. Lo que quiero abordar hoy es que "dependencia" judicial y cara-dura no son suficientes para generar la impunidad de la que gozan. Y lo triste y lamentable es que lo que falta lo ponemos nosotros...

Cuando leemos en prensa casos de políticos de otros países que dimiten al destaparse "nimiedades" que de ser el político español no valdrían un titular, la indignada pregunta siempre es la misma: ¿Por qué los de aquí no se comportan así? Unos lo explican exponiendo los fallos del sistema que impiden la separación de poderes, otros se centran en la supuesta desvergüenza congénita del español, en contraste con cierta honradez genética que incluso los políticos corruptos en el extranjero parecerían tener. Y por supuesto que un sistema verdaderamente democrático ayuda, y no negaré yo que en España tenemos algún que otro campeón del mundo de solidez facial; pero lo que tendemos a obviar es que el político extranjero pillado "in fraganti" dimite, por encima de todas las cosas, porque desde el momento en el que lee los titulares dedicados a su persona sabe positivamente que su carrera política ha llegado a su fin. Sabe que de no hacerlo el castigo en las urnas para él y su partido será una humillación descomunal, y así es que opta por pirarse por su propio pie, sabedor de que de no hacerlo los votantes le echarán a patadas en el culo.


Sobra explicar que nosotros no lo vemos así. Que se nos olvidó leernos esa parte del contrato que supone la democracia representativa. Aquí en España, después de que en el 93 votásemos al partido de Filesa, los papeles del CESID y el terrorismo de Estado; a nadie sorprendió que en 2011 diésemos la mayoría absoluta a la panda del Gürtel. La responsabilidad política debemos aplicarla nosotros, y mientras no lo hagamos no podemos esperar que nazca en la casta por gracia divina. En otras palabras: la impunidad absoluta se la damos nosotros.

jueves, 25 de julio de 2013

La necesidad de viajar en el tiempo

Nunca he sido yo muy de revoluciones, y mucho menos de violencia. Creo firmemente en lo que explicaba Orwell en "1984": "No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura". Pero digo yo que algo habrá que hacer...

Una semana más, las encuestas muestran la tremenda desafección que la ciudadanía española siente hacia nuestra clase política; y se repite un detalle que hace ya bastante tiempo que llama poderosamente mi atención: Rosa Díez es la político mejor valorada de España. Y vale que si lo interpretamos como una colleja para todos los demás, pues llega a tener incluso su gracia; pero viendo cómo con el paso de las semanas se va consolidando en semejante posición, toca abordar el tema con algo de espíritu crítico.

Rosa Díez formó parte del peor y más corrupto partido socialista que por desgracia nos tocó padecer. Ahí estaba la buena de Rosa implicada hasta la médula en aquel PSOE que se moría de felipismo y se nos llevaba por delante al resto. ¿Para que hoy se nos presente como la persona que puede regenerar el chiringuito bipartidista? ¿Con semejante currículum? Que acepto incluso todos los argumentos buenrollistas en plan "todo el mundo puede equivocarse", "el derecho a una segunda oportunidad" y demás. Me cuesta creer que la madre de los políticos profesionales sea la persona llamada a corregir los males generados por la profesionalización de la clase política hasta convertirse en la casta que es hoy, pero estaría dispuesto a intentarlo. De hecho no sería yo muy español si careciese de capacidad para comulgar con ruedas de molino. Pero, amigo, por mucho que quisiera yo tener fe ciega en las intenciones y capacidades de esta mujer, los hechos son los hechos; y basta con echar un vistazo al gobierno corrupto y caciquil que UPyD posibilita en Asturias para que la magnitud de la evidencia no deje lugar a esperanzas de ningún tipo. El partido de Rosa Díez es más de lo mismo.

Y ahí está la evidencia, y ahí lleva estando un montón de meses, a pesar de lo cual UPyD no deja de crecer en intención de voto y la Díez se mantiene como la mejor valorada (o la menos infravalorada, que dadas las cifras también se puede interpretar así) de las personas dedicadas a la política en nuestro país. Y, lo dicho, si se interpreta como toque de atención al resto tiene gracia, pero analizado fríamente... Ya no es solo saber quién es Rosa Díez, ni que Toni Cantó se dedique a batir récords internacionales de metedura de gamba o que UPyD utilice sus escaños y consejerías tal y como los partidos de siempre vienen haciendo desde siempre. Es que UPyD no tiene programa de ninguna clase. Su discurso se limita a la unidad de España, la devolución de competencias a la administración central y... Y nada. Para de contar. Hasta aquí hemos llegado. Y sin embargo la suya es la propuesta que más crece en intención de voto. ¿Dónde nos deja eso a los ciudadanos?


La vida no es sino un constante viaje hacia el futuro. Un viaje que hacemos en un país como nave y con unos dirigentes al mando. Cuando nuestro candidato favorito es un candidato sin credibilidad alguna, y la propuesta que más adeptos gana es una propuesta vacía sin fondo de ninguna clase, parece obvio que tenemos un problema. Que hemos tirado la toalla. Que en nuestro viaje hemos optado por ser meros turistas. Espectadores de la existencia que deberíamos protagonizar. Y si eso nunca ha sido suficiente, menos aún lo es hoy en día. Necesitamos coger las riendas, dejar el turismo, y dedicarnos de una vez por todas a viajar. Necesitamos viajar en el tiempo. Si es que queremos llegar a un futuro que merezca la pena...

viernes, 19 de julio de 2013

Caerse de la burra



         Hasta aquí hemos llegado. Nos hemos quedado sin excusas para mantener un mínimo de esperanza en la separación de poderes...



          La capacidad del ser humano (y especialmente la del ser humano español de pura cepa) para no ver más que lo que quiere ver, resulta francamente impresionante. Supongo que se trata de un mecanismo de autodefensa, pero lo cierto es que en muchas ocasiones en las que la realidad se nos manifiesta inequívocamente negra, optamos por mirar hacia otro lado, y elegimos el engaño reconfortante antes que la verdad.



          No deja de tener su lógica. A todos se nos llena la boca defendiendo la verdad, pero es que la verdad es muy puñetera y, a veces, asumirla (por obvia que resulte) supone un esfuerzo descomunal. Por eso es que, a pesar de la multitud de acontecimientos que hace décadas ya nos demuestran sin margen para el equívoco que la separación de poderes en España es una quimera; hemos optado sistemáticamente por pensar en cada una de las ocasiones que se trataba de excepciones. Así fue que cuando todo lo que rodeaba al caso de Mario Conde olía bastante mal, nos reconfortábamos con argumentos del tipo “algo habrá hecho, el muy pájaro”. O pensábamos que a lo mejor no había evidencias suficientes cuando se resolvían sin apenas consecuencias causas de GAL, fondos reservados, escuchas de CESID... Lo mismo para el YAK, Camps, o aquello de que la trama Gürtel al final solo fuesen un par de tíos de fuera del PP... Asumir la verdad que teníamos ante nuestros ojos en todas aquellas ocasiones habría resultado infinitamente más duro. Que a ninguno le gusta creer que le están tomando por imbécil y que encima lo está consintiendo...



          Sin embargo, todo lo que está saliendo a la luz estas semanas en los medios nos deja sin tablas de salvación a las que agarrarnos. Nos toca caernos de la burra... Ahora sabemos que a Bárcenas se le ha ofrecido desde el Gobierno un pacto. Si habla, su mujer acaba en prisión haciéndole compañía. Si en cambio guarda silencio, se funden a Gallardón y él se va de rositas. O algo así. No pretendo ser textual. Lo importante es que ante semejante oferta nadie en su sano juicio puede plantearse que el poder judicial pueda albergar una mínima dosis de independencia. Y por si alguno aún tenía las santas narices como para ponerlo en duda, se destapa que el presidente del Tribunal Constitucional estuvo afiliado al Partido Popular. Que, por mucho que algunos se empeñen en afirmar lo contrario, ni es ilegal, ni inmoral ni muchísimo menos anticonstitucional; pero que sí que evidencia la relación más que tóxica existente entre uno y otro poder. Y así es que cuando esta misma semana se archiva la causa contra Pepiño Blanco, uno se queda frío; y todos los que pensaban que eran culpable lo siguen pensando, y los que le consideraban inocente hacen lo propio sin importarles un pito lo que diga o deje de decir un juez...



          No son pocos los que afirman en el presente que el sistema establecido en la transición es una monumental estafa. Que los partidos la diseñaron para establecer una oligarquía en la que repartirse el poder disfrazada de democracia. Yo por mi parte, tal vez por aquello de lo duro que resulta a veces aceptar la verdad, quién sabe; prefiero pensar que la transición era tan solo un primer paso, y que tocaba luego a los partidos desarrollar un verdadero sistema democrático. Que sobre la base de la transición podríamos haber construido algo bueno; pero que fueron las ambiciones de nuestra clase política las que desarrollaron el sistema en dirección contraria. Como cuando el rodillo socialista en 1985 imposibilitó para siempre la independencia del poder judicial. Tal vez soy muy pardillo, pero me gusta pensar que la transición también habría posibilitado que González hiciese justamente lo contrario, blindando la independencia de los distintos poderes.


          Pero lo importante es que, sea como fuere, hoy tenemos lo que tenemos. No existe un mínimo de independencia en el poder judicial, y ya no cabe engaño alguno. Y sabemos perfectamente que la separación de poderes es ingrediente fundamental de la Democracia. Sin el primero, no se puede hablar de la segunda. Vivimos inmersos en un sistema corrupto y antidemocrático. Podemos manifestarnos en Génova todo lo que nos dé la gana exigiendo la dimisión de Rajoy, pero eso es centrarse en un detalle formal olvidando el problema de fondo. Como atajar la fiebre sin preocuparse por lo que la origina. Nos toca caernos de la burra...

viernes, 12 de julio de 2013

Cuatro horas con Pedrojota

          ¿Por qué nadie hace la pregunta correcta? Han sido cientos (tal vez incluso miles) de artículos los que se han escrito desde la publicación el pasado domingo de la "carta" de Pedro J. Ramírez en El Mundo. Muchos de ellos firmados por personas infinitamente más sabias y mejor informadas que servidor; a pesar de lo cual todavía no me he topado ninguno que formule la que para mí es la pregunta del millón. Tal vez sea mala suerte, vaya usted a saber, pero hasta la fecha todo lo que leo son brillantes especulaciones sobre el que podría ser el Ministro que fumaba puros, preguntas sobre si lo de que un Ministro de Economía y Hacienda perciba dinero negro es cohecho, prevaricación, ambas cosas o algo mucho peor; comparaciones entre Bárcenas y los ERE, o directamente llamamientos a la ciudadanía para que de una vez por todas digamos en serio: "hasta aquí hemos llegado"...

          En todos los casos hablamos de reflexiones y preguntas más que necesarias, pero (al menos en todos los artículos que he tenido la suerte de leer) que dejan de lado una cuestión a mi juicio fundamental: ¿Por qué? ¿Por qué publica Pedrojota lo que publica? ¿Por qué ahora?

          Tal vez sea por eso de que uno lleva ya bastante tiempo siguiendo estos trasiegos, pero las cuatro horas con Bárcenas publicadas me generan cierta sensación de déjà vu, y me evocan aquellas sensaciones tantas veces vividas durante el felipismo. Que vale que Pedrojota no es Polanco, ni nadie que se le parezca ni remotamente; y que El Mundo no es el País, mucho menos El País de aquel entonces; pero, salvando las distancias, los paralelismos son manifiestos.

          En aquellos años, bastaba con leer en el periódico buque insignia del grupo Prisa un editorial contrario al Gobierno de Felipe y los suyos para saber, sin temor a equivocarse, que el régimen comandado por el PSOE no estaba poniendo todas las alfombras rojas que Polanco esperaba para cerrar alguno de sus negocios; o que tal vez la maquinaria del Estado no les estaba defendiendo con toda la rotundidad posible en las ocasiones en que él mismo o Cebrián tuvieron "diferencias" con la justicia...

          El pasado domingo, Pedrojota publicó la crónica de una conversación de cuatro horas mantenida con Bárcenas, en la que acusa a diestro y siniestro sin hacer ninguna acusación concreta (o tan concreta como nos gustaría); pero cualquiera que lo lea comprende perfectamente que los datos concretos y nombres que no publica, no es porque los desconozca. Vamos, que en realidad la crónica entera no es más que una advertencia, o una muestra de poder hacia el Gobierno de Rajoy. Algo que se podría haber resumido fácilmente en una frase: "Mucho ojo, Mariano, que os tengo cogidos por las pelotas".

          Por eso la pregunta del millón es precisamente qué quiere Pedrojota. Con qué le está amenazando el Gobierno o para qué podría querer o necesitar el favor de las instituciones. Porque mientras no hagamos esa pregunta, el sistema seguirá con sus asuntos sin contar con nosotros; y los medios seguirán siendo mecanismos de mensajería entre diferentes patas del propio sistema relegándonos a meros espectadores de la que debería ser nuestra vida pública. 

jueves, 4 de julio de 2013

Indignación constructiva

                Me da mucha pena comprobar en qué poquita cosa ha quedado lo del 15M. Bien es verdad que estaba anunciado por muchos que duraría poco una vez el PP en el poder (por servidor entre otros), pero no por ello deja de darme pena. Estaba cantado que la cosa no iría mucho más allá en cuanto se pudiese volver a protestar contra el gobierno sin que ello vertiese sobre uno la sospecha de apoyar al PP, o a la derechona, o a los fachas… (¡Dios nos libre!). Y así ha sido que en cuanto “los malos” han ocupado el gobierno, la enmienda a la mayor que suponían los “no nos representan”, “democracia real ya” y demás, parece menos urgente y necesaria a la mayoría de los que la consideraban esencial entonces.
                Y es precisamente por eso que me da tanta pena. Vale que cuando reclamaban un cambio de sistema lo hacían únicamente porque habiendo fallado el PSOE, solo tenían como opción el PP, y aquello les ponía los pelos de punta; pero lo importante, a fin de cuentas, es que reclamaban un cambio de sistema. Y es una verdadera desgracia que ahora dejen de hacerlo, cuando resulta más necesario que nunca.
                Lo explicaba ya en mi entrada de hace dos semanas titulada “La trampa del consenso”: El sistema implementado en la transición ha derivado en una oligarquía de partidos, que progresivamente ha terminado con la independencia del poder judicial, agentes sociales y medios de comunicación, y que ha establecido una relación de simbiosis con la banca. Todo ello operando bajo la premisa del bienestar del Estado (y no a la inversa), convirtiendo a los ciudadanos en cajeros automáticos de los que se espera dinero, votos y poco más. Y así es que, sin ser conscientes de ello en la mayor parte de los casos, los que gritaban “no nos representan” tenían toda la razón del mundo.
                Ahora parece que las cosas han cambiado. Las encuestas predicen que entre los dos partidos de siempre no sumarían la mitad de los votos si hubiese elecciones mañana, y no pocos señalan esto como un logro del 15M. El problema es que mañana no hay elecciones; queda tiempo y margen de maniobra para mucho, y PP y PSOE ya han empezado a mover ficha. Me explico: Rubalcaba es un tipo muy listo. Listísimo. Y sabe perfectamente que mientras los dos partidos bajen en las encuestas no hay nada que hacer. Los miembros de su partido se revuelven como locos buscando candidatos, o mensajes  o propuestas que puedan devolver la ilusión a los votantes del PSOE; pero Alfredo sabe perfectamente que por ahí nada pueden hacer. El líder de la oposición sabe que el valor del PSOE no radica en sus ideas, ni muchísimo menos. El mayor reclamo del PSOE es no ser el PP, y su auténtico valor es como contrapunto a los populares. Por eso, será inevitable que el PSOE siga cayendo en las encuestas mientras los siga haciendo el PP. Sin la amenaza de la “derechona”, el PSOE no resulta necesario… Por eso, cuando desde Génova celebran los datos macroeconómicos que parecen indicar recuperación, desde Ferraz no se dignan a señalar todos los demás datos que indican lo contrario; o lo poco que tienen que ver esas supuestas mejorías, en la mayoría de los casos, con las políticas emprendidas por el PP. Rajoy y los suyos se creen que son la leche, que son tan buenos que dejan a la oposición sin argumentos; cuando lo que ocurre en realidad es que Rubalcaba necesita que el PP remonte en las encuestas. Porque solo cuando el PP recupere intención de voto, hará lo propio el PSOE. Cuando las cifras positivas se traduzcan en mejora del PP en las encuestas, renacerá la amenaza de la “derechona”; y todos sabemos cuál es el único partido con capacidad para detenerles. Así mejorará la intención de voto para el PSOE, lo que alertará a los votantes del PP… y la dinámica del voto útil volverá a operar en todo su esplendor para desgracia de los partidos minoritarios. Si no lo impedimos, todo esto nos habrá servido para quedarnos como estamos…
                Por eso es fundamental que nos indignemos, pero de manera constructiva. No se trata de que nos dediquemos al camping urbano u organicemos una docena de manifestaciones diarias. En realidad es bastante más simple que todo eso, se trata de utilizar el poco poder que nos han dejado, que es el del voto. Lo que necesitamos es no olvidar que el sistema necesita una profunda regeneración, una “democracia real ya”, y que ésta no llegará nunca de la mano del PP y el PSOE; porque, a fin de cuentas, es verdad: “No nos representan”.

jueves, 27 de junio de 2013

La frasecita de Soraya

          “Ahora les toca a los políticos apretarse el cinturón”. Así lo soltó Sáenz de Santamaría, y se quedó más ancha que estrecha… ¿Ahora? ¿De verdad? Vamos a ver si me aclaro, que no querría equivocarme: llegaron ustedes al poder con casi seis millones de parados, lo que ya de por sí supone un esfuerzo inasumible para la ciudadanía. Durante año y medio han obligado a esa ciudadanía a esforzarse aún más. Mucho más. ¿Y ahora entiende Soraya que ha llegado el momento de que los políticos se aprieten el cinturón?...
          Es normal que cuando semejante insulto a la inteligencia se produce como presentación de un informe, uno sienta luego hacia el susodicho bastante rechazo. En este caso se trataba del informe para la reforma de las administraciones públicas, y semejante presentación invitaba a cualquier cosa menos a su lectura. Sin embargo la vicepresidenta no solo soltó su perla, sino que también anunció que siguiendo ese informe el Estado ahorraría más de 37.000 millones de euros. Y, hombre, ante semejante posibilidad, pues se aguanta uno el enfado; hace de tripas corazón y comienza con la lectura. Cuando sin tan siquiera haber terminado el resumen ejecutivo descubre que la cifra de ahorro real es infinitamente menor, no quiero ni contarles la magnitud del cabreo…
          Bien es verdad que ninguno esperábamos que una reforma de las administraciones emprendida por el PP (ni por el PSOE tampoco) fuese todo lo ambiciosa que nos gustaría. Ni lejanamente. No cabe esperar de ninguno de estos dos partidos que reduzcan el entramado administrativo que, a fin de cuentas, es su única razón de ser.  Pero lo de este informe es un insulto de tal calibre que nos ha sorprendido incluso a los más escépticos hacia los “grandes”.
          Resulta que cuando Mariano Rajoy anunciaba un adelgazamiento inminente de la administración, se refería más bien a “gobernar” durante un año y luego encargar a una comisión un informe. Comisión que lo primero que hizo fue crear cuatro subcomisiones y un consejo asesor, para finalmente entregar siete meses después unas propuestas que en una España idílica en la que todas las autonomías y las entidades locales fuesen a sumarse sin rechistar, con los sindicatos de funcionarios aplaudiendo y los propios funcionarios adaptándose a los cambios con diligencia y presteza, podrían llegar a traducirse en 1.200 millones de euros anuales de ahorro en gasto de las administraciones. Y hay que reconocer que en el texto se incluyen una serie de propuestas y medidas que resultan tan positivas como necesarias; y eso es lo verdaderamente más triste de todo ello: que todas las propuestas para eliminar duplicidades, controlar la deuda comercial de las administraciones, limitar la creación de organismos oficiales, simplificar trámites para crear empresas y demás; a pesar de ser tan beneficiosas para ciudadanos y empresas, pasan desapercibidas por lo insultante del tiempo y forma en que se presenta el dichoso informe.

          Tratándose de una reforma tan insuficiente, Rajoy debería haber llevado este informe bajo el brazo el día que tomó posesión de su despacho en Moncloa; y no haber esperado año y medio para presentarlo, y menos con una introducción como la que tiene, en la que empieza por exponer (mucho ojo) que en verdad la reforma resulta innecesaria, ya que nuestro sector público es reducido respecto al resto de la UE; o que la estructura autonómica del Estado es un logro que funciona fenomenal. Pero no vamos a ponernos a descubrir ahora las carencias del PP en materia de comunicación. Lo presentan como y cuando lo presentan; y con estos tiempos y estas formas, lo que apetece realmente es invitarles a que se metan en informe por donde les quepa, y que se vayan a insultar a otros...

jueves, 20 de junio de 2013

Definir a Montoro



            Me falta vocabulario para calificar a Cristóbal Montoro...

Quién podría haber llegado a imaginar que la mayor crisis económica que muchos de nosotros hemos vivido iba a ser el periodo de nuestra democracia en el que menos se hablaría del ministro de economía. Porque, vamos a ver, ¿qué ha sido de Luís de Guindos? Pronto llegará el día en el que deje su cartera y muchos se pregunten: “¡Coño! ¿pero no se había ido aún?” (incluso confieso que mientras escribo esto me pregunto si no se habrá ido ya y estaré metiendo la pata; aunque si así fuese no haría sino reforzar mi argumento). Es tal el afán de protagonismo de Montoro, que está consiguiendo que muchos personifiquemos en él todos los males de esta macro-estafa de Gobierno que se supone encabeza "el genio del plasma"*...

Porque al actual Gobierno, y en particular a las políticas de Montoro, solo se las puede calificar de macro-estafa. Hasta el término traición se les ha quedado corto. Traición fue lo que les hizo González a los suyos metiendo a España en la OTAN (bendita traición), o el giro que dio ZP en 2010 forzado por las circunstancias y varias llamadas telefónicas (por cierto, aprovecho la ocasión para agradecerles a Barack y Angela el capote). Pero esto es una estafa en toda regla. Aquí no hubo tiempo a que las circunstancias obligasen o cambiase la perspectiva una vez en el poder. Desde el minuto uno ya no solo se ignoró el programa que habían defendido, sino que se actuó de manera opuesta a lo que representa la esencia ideológica de los ciudadanos a los que dicen representar. Y aquello que nos decían de que se habían encontrado algo peor de lo que se esperaban, que las previsiones de Salgado no respondían a la realidad... ¿Es que en alguna ocasión Salgado había estado medianamente cerca de acertar con sus previsiones?

Si algo define ideológicamente al sector de la población al que pretende representar el Partido Popular, es la convicción de que la fórmula para estimular la economía (especialmente necesario en tiempos de crisis) es dejar en los bolsillos de los ciudadanos la mayor cantidad de dinero posible para que consuman (esto es, bajar los impuestos) y eliminar el déficit a base de reducir el tamaño del Estado. Sin embargo este Gobierno, lejos de dar un solo paso que pudiese estimular la actividad económica, sube los impuestos y recorta en servicios sociales para mantener la mastodóntica estructura que nos gastamos en España para la administración del Estado, donde casualmente “trabajan” ellos y todos sus amigos. Dicho claramente, cambia el Estado del bienestar por el bienestar del Estado. Y encima pretende vender sus actuaciones como intentos de luchar contra el déficit. Cuando ya no es solo que sepamos que estas políticas hacen que el déficit aumente irremediablemente; sino que también sabemos que ellos lo saben perfectamente. Es el cortoplacismo superlativo, la inmediatez más insultante. Es hacer lo que sea para que hoy no se vaya al garete lo suyo, y mañana ya veremos, y a los españoles que les den...

Así es que cada vez que veo a Montoro por la tele explicando la nueva tasa que se le acaba de ocurrir, o la nueva subida de impuestos directos o indirectos que nos va a endiñar; eso sí, por nuestro bien; me hierve la sangre, y me cuesta creerlo, y luego digo: Este Montoro es... Y me falta el vocabulario...


(* Tomo prestado lo de "el genio del plasma" para definir a Rajoy de Almudena Negro)

jueves, 13 de junio de 2013

La trampa del consenso



Tiene gracia lo de los “grandes” partidos en España. Su enfrentamiento constante raya la épica en según qué ocasiones, y lo irreconciliable de sus posturas resulta indiscutible... Hasta que aparece un enemigo común.

            No en pocas ocasiones hemos presenciado lo que vimos en Asturias en su momento: al PPSOE le salió una “mosca cojonera” llamada Francisco Álvarez-Cascos, y lo que ocurrió fue suficientemente ilustrativo. No es que de pronto se iniciase el diálogo, o se tendiesen puentes, o surgieran acercamientos. Es que desde el momento en el que el recuento de las urnas dio la victoria en las elecciones a Foro, PP y PSOE operaron como uno solo; por inconcebible que pudiese resultar algo así en la cabeza de nadie.

            Hoy, por ejemplo, todos aplaudimos entusiasmados el acuerdo alcanzado ayer por Rajoy y Rubalcaba. Por un día desapareció la crispación, y al Presidente y el líder de la oposición solo les faltó darse un besito y salir del Congreso cogiditos de la mano. Y seguramente muchos se pregunten si es que se han caído del guindo, o si bien se habrán apuntado a un curso de esos de “coaching” y ahora flipan ambos con las bondades del pensamiento positivo y constructivo. Pero no; lo único que ocurre, una vez más, es que han encontrado un enemigo común. Alemania no quiere dar su brazo a torcer, y las diferencias insalvables dejan de ser insalvables, o tan siquiera diferencias.

            Siendo así las cosas, toca preguntarse por qué parece cada vez más cercano el día en el que PP y PSOE alcancen el maravilloso consenso. Ese que nos anuncian como si se tratase de la panacea universal, que resolverá inevitablemente todos y cada uno de nuestros problemas. Hay que plantearse cuál es el enemigo común ante el que darían semejante paso. Y la respuesta es tan indiscutible como pavorosa: el enemigo somos nosotros.

            El enfrentamiento entre PP y PSOE no es más que una farsa. Un mecanismo simple. Mientras media España esté convencida de que el problema es la izquierda, y la otra media de que el problema es la derecha; pasa desapercibido el verdadero problema, que no es otro que un sistema oligárquico de partidos en el que los dos “grandes” y sus amiguetes de la banca controlan gobierno, justicia y medios de comunicación. Pero, ¡ay amigo!, las encuestas muestran hace semanas el hundimiento de ambos partidos; y no cesa para ninguno de los dos por mucho que se pongan a parir entre ellos. Con la intención de voto actual ni siquiera obtendrían la mitad de los votos totales entre los dos. Ha surgido un poderoso enemigo: la Sociedad Civil podría desmontarles el chiringuito.

            ¿Qué hacen entonces? Pues soltar a los perros a la palestra mediática.Y ya no es solo que los medios prostituyan la interpretación de las encuestas prestando atención a PP y PSOE y relegando al resto (más de la mitad de los votos a día de hoy) a un epígrafe titulado “otros”, dando a entender que no existe una alternativa viable; es que sus acólitos que escriben en periódicos y ejercen como supuestos analistas en tertulias de televisión y radio, preparan el terreno vendiéndonos la moto del consenso. Y así nos van convenciendo a todos de que el consenso sería lo mejor que nos podría pasar, y la única solución posible para la situación actual. Y es tal el bombardeo que ni siquiera nos paramos a pensar lo suficiente como para ver la deslegitimación de la voluntad de los ciudadanos que supondría que los partidos acuerden entre ellos lo que les venga en gana sin que podamos decir esta boca es mía. Y así es que como no nos pongamos las pilas, llegará el consenso entre PP y PSOE para poder salvar su chiringuito; y encima aplaudiremos.

miércoles, 12 de junio de 2013

Una nueva etapa

          Ante todo, queridos amigos, mis más sinceras disculpas por mi prolongada ausencia. Si me lo permitís, querría explicaros el porqué de mi absentismo al tiempo de anunciar mi regreso:

          Durante el último año he estado trabajando en terminar, corregir, editar y procurar la publicación de "La tiranía de los imbéciles", ensayo en el que pretendo hacer una radiografía de la deriva que están tomando las sociedades de las democracias occidentales, con especial hincapié (por supuesto) en la española. Al tiempo de tratar con editoriales de todos los tamaños, colores y sabores para conseguir la mejor opción de publicación posible; retomé una novela que había comenzado hace ya diez años cuya escritura estoy disfrutando al máximo. Sobre esta última no puedo desvelar título ni trama mientras no esté terminada e inscrita en el Registro de la propiedad intelectual. Lo siento aunque asumo que lo entenderéis.

           Por suerte, parece que todos estos meses de trabajo dan sus frutos y La tiranía de los imbéciles será publicada en las próximas semanas. Ya se había cerrado incluso una fecha a finales de este mes de junio, pero hemos tenido que paralizarlo ante la posibilidad de incluír un prólogo por parte de una persona muy conocida en España. Espero poder anunciar más pronto que tarde que finalmente está disponible en librerías físicas y online.

          Y ahora que ya no depende de mí, es cuando por fin puedo retomar este blog. Creedme cuando os digo que me ha costado mucho no publicar entradas ante todos los sucesos que han tenido lugar: la estafa del Gobierno del PP, el austericidio, la sumisión de la UE ante Alemania... pero debía priorizar, y la única opción viable pasaba por ignorar este blog un tiempo. Ahora estoy inmerso ya no solo en la escritura de la novela, sino paralelamente en varios proyectos personales y profesionales; pero ninguno de ellos debe impedirme poder escribir aquí al menos una vez por semana.

          Pero bueno; sé que ninguno entráis aquí a que os cuente mi vida, con lo que si tenéis a bien volver a visitarme de vez en cuando, prometo que encontraréis nuevas reflexiones y análisis sobre los acontecimientos que marcan nuestro devenir diario.

          Saludos cordiales y gracias por estar ahí, también en esta nueva etapa.