Todos
los recortes, por necesarios que los considere en algunos casos, me preocupan y
desvelan; pero si hay una partida en particular cuya reducción me genera mayor
inquietud, es sin duda la destinada a Investigación y Desarrollo (bueno, e
innovación, que lo de “I+D” sonaba tan a siglo XX que hemos tenido que añadir “+i”
para adaptarnos a los tiempos. Valiente mamarrachada).
Claro
está que el futuro a medio y largo plazo depende enteramente de ello. La crisis
actual viene de una crisis financiera provocada por los abusos de la banca de
inversión; pero no debemos olvidar que estos abusos llegaron porque nuestras
economías requerían de unos niveles de crecimiento de la actividad económica inalcanzables
fuera de una burbuja. Vamos, que el modelo socialdemócrata de nuestros estados
del bienestar no daba más de sí, porque era insostenible prácticamente desde
que se concibió. Y tal vez sea más reconfortante limitarse a pensar que si las
cosas van mal es por los millones que
Bárcenas se llevó a Suiza o por los que los de los ERE se gastaron en putas y
cocaína; pero ni recuperándolos íntegramente y anulando todos los gastos de las
administraciones y pagos a cargos políticos de toda índole llegaríamos a tapar
una mínima parte del agujero en el que nos hemos metido. Vale que estaríamos
menos mal, pero no solucionaríamos así el problema. Necesitamos un nuevo modelo
productivo para nuestra economía, y eso solo puede llegar como fruto de la
inversión en I+D (+i, of course)…
Así
las cosas, ya no se trata de una cuestión ideológica o de una opinión personal
discutible: España necesita apoyar firmemente la investigación y el desarrollo;
porque solo estableciendo industrias innovadoras y punteras podremos llegar a
contar en el futuro con una economía que permita unos servicios sociales que
recuerden lejanamente a los que gozamos hoy. Ahora bien, no bastará con que
llegue un gobierno dispuesto a dar un giro en ese sentido. Ya que tanto nos
gusta el palabro “sostenible”, nosotros por nuestra parte debemos cambiar
nuestra mentalidad si es que queremos que nuestro país genere un sector de
Investigación y Desarrollo que se pueda sostener en el tiempo. Porque no sirve
con que se destine una partida presupuestaria; sino que es necesario que esa
partida se invierta de manera productiva y eficiente. Que se elijan los
proyectos y los individuos con mayor potencial para la innovación aplicable, y
se destinen nuestros dineros a los centros con mejores medios y las personas
más cualificadas y preparadas; si es que queremos que nuestra inversión genere
como retorno industrias que puedan fortalecer nuestra economía y crear empleo
para no pocos ciudadanos. Y tal vez para la mayoría esto suene a perogrullada,
pues claro que tenemos que invertir en talento, pero no tardarán en llegar los demagogos populistas que no
entienden esto de la democracia (más que nada porque su ideología no es
físicamente aplicable fuera de un sistema totalitario) para hacernos ver que
actuar de ese modo es un flagrante acto de discriminación inaceptable y a todas luces deleznable.
Estos
no ven (o no quieren ver) más allá de la inmediatez, y así es que como el
dinero público es de todos, pues debe ser para todos sin excepción. Y no
aceptarán que el Estado invierta en que unos cuantos investiguen y desarrollen,
por mucho beneficio que pudiera suponer para el conjunto de la sociedad a medio
o largo plazo; o se reconoce el derecho universal indiscutible de todo hijo de
vecino al que se le ponga en la punta del fistro investigar con cargo a fondos
públicos, o con el dinero de todos no investiga ni dios.
Y si
piensan que exagero, piénsenlo dos veces. ¿Acaso recuerdan en qué momento
pasamos de hablar de la necesidad de que el Estado apoyase a aquellos que
quisieran estudiar en la universidad pero careciesen de medios, a hablar como
hablamos hoy del derecho indiscutible de todo ciudadano español a obtener una
licenciatura a cargo del presupuesto público? A la generación de nuestros
padres les resultaría descabellado en su momento imaginar que alguien pudiese
protestar porque se exigiese un 6.5 de media para becar a una persona sin
medios para que pudiese acceder a la universidad. Seguramente incluso más
descabellado de lo que nos resulta hoy pensar que nuestros hijos tal vez se
manifiesten un día porque algún facha cabrón pretenda establecer requisitos para
que un ciudadano cualquiera reciba fondos para Investigación… Si llegamos a
ello, nuestro futuro será negro. Muy negro…