jueves, 25 de julio de 2013

La necesidad de viajar en el tiempo

Nunca he sido yo muy de revoluciones, y mucho menos de violencia. Creo firmemente en lo que explicaba Orwell en "1984": "No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura". Pero digo yo que algo habrá que hacer...

Una semana más, las encuestas muestran la tremenda desafección que la ciudadanía española siente hacia nuestra clase política; y se repite un detalle que hace ya bastante tiempo que llama poderosamente mi atención: Rosa Díez es la político mejor valorada de España. Y vale que si lo interpretamos como una colleja para todos los demás, pues llega a tener incluso su gracia; pero viendo cómo con el paso de las semanas se va consolidando en semejante posición, toca abordar el tema con algo de espíritu crítico.

Rosa Díez formó parte del peor y más corrupto partido socialista que por desgracia nos tocó padecer. Ahí estaba la buena de Rosa implicada hasta la médula en aquel PSOE que se moría de felipismo y se nos llevaba por delante al resto. ¿Para que hoy se nos presente como la persona que puede regenerar el chiringuito bipartidista? ¿Con semejante currículum? Que acepto incluso todos los argumentos buenrollistas en plan "todo el mundo puede equivocarse", "el derecho a una segunda oportunidad" y demás. Me cuesta creer que la madre de los políticos profesionales sea la persona llamada a corregir los males generados por la profesionalización de la clase política hasta convertirse en la casta que es hoy, pero estaría dispuesto a intentarlo. De hecho no sería yo muy español si careciese de capacidad para comulgar con ruedas de molino. Pero, amigo, por mucho que quisiera yo tener fe ciega en las intenciones y capacidades de esta mujer, los hechos son los hechos; y basta con echar un vistazo al gobierno corrupto y caciquil que UPyD posibilita en Asturias para que la magnitud de la evidencia no deje lugar a esperanzas de ningún tipo. El partido de Rosa Díez es más de lo mismo.

Y ahí está la evidencia, y ahí lleva estando un montón de meses, a pesar de lo cual UPyD no deja de crecer en intención de voto y la Díez se mantiene como la mejor valorada (o la menos infravalorada, que dadas las cifras también se puede interpretar así) de las personas dedicadas a la política en nuestro país. Y, lo dicho, si se interpreta como toque de atención al resto tiene gracia, pero analizado fríamente... Ya no es solo saber quién es Rosa Díez, ni que Toni Cantó se dedique a batir récords internacionales de metedura de gamba o que UPyD utilice sus escaños y consejerías tal y como los partidos de siempre vienen haciendo desde siempre. Es que UPyD no tiene programa de ninguna clase. Su discurso se limita a la unidad de España, la devolución de competencias a la administración central y... Y nada. Para de contar. Hasta aquí hemos llegado. Y sin embargo la suya es la propuesta que más crece en intención de voto. ¿Dónde nos deja eso a los ciudadanos?


La vida no es sino un constante viaje hacia el futuro. Un viaje que hacemos en un país como nave y con unos dirigentes al mando. Cuando nuestro candidato favorito es un candidato sin credibilidad alguna, y la propuesta que más adeptos gana es una propuesta vacía sin fondo de ninguna clase, parece obvio que tenemos un problema. Que hemos tirado la toalla. Que en nuestro viaje hemos optado por ser meros turistas. Espectadores de la existencia que deberíamos protagonizar. Y si eso nunca ha sido suficiente, menos aún lo es hoy en día. Necesitamos coger las riendas, dejar el turismo, y dedicarnos de una vez por todas a viajar. Necesitamos viajar en el tiempo. Si es que queremos llegar a un futuro que merezca la pena...

viernes, 19 de julio de 2013

Caerse de la burra



         Hasta aquí hemos llegado. Nos hemos quedado sin excusas para mantener un mínimo de esperanza en la separación de poderes...



          La capacidad del ser humano (y especialmente la del ser humano español de pura cepa) para no ver más que lo que quiere ver, resulta francamente impresionante. Supongo que se trata de un mecanismo de autodefensa, pero lo cierto es que en muchas ocasiones en las que la realidad se nos manifiesta inequívocamente negra, optamos por mirar hacia otro lado, y elegimos el engaño reconfortante antes que la verdad.



          No deja de tener su lógica. A todos se nos llena la boca defendiendo la verdad, pero es que la verdad es muy puñetera y, a veces, asumirla (por obvia que resulte) supone un esfuerzo descomunal. Por eso es que, a pesar de la multitud de acontecimientos que hace décadas ya nos demuestran sin margen para el equívoco que la separación de poderes en España es una quimera; hemos optado sistemáticamente por pensar en cada una de las ocasiones que se trataba de excepciones. Así fue que cuando todo lo que rodeaba al caso de Mario Conde olía bastante mal, nos reconfortábamos con argumentos del tipo “algo habrá hecho, el muy pájaro”. O pensábamos que a lo mejor no había evidencias suficientes cuando se resolvían sin apenas consecuencias causas de GAL, fondos reservados, escuchas de CESID... Lo mismo para el YAK, Camps, o aquello de que la trama Gürtel al final solo fuesen un par de tíos de fuera del PP... Asumir la verdad que teníamos ante nuestros ojos en todas aquellas ocasiones habría resultado infinitamente más duro. Que a ninguno le gusta creer que le están tomando por imbécil y que encima lo está consintiendo...



          Sin embargo, todo lo que está saliendo a la luz estas semanas en los medios nos deja sin tablas de salvación a las que agarrarnos. Nos toca caernos de la burra... Ahora sabemos que a Bárcenas se le ha ofrecido desde el Gobierno un pacto. Si habla, su mujer acaba en prisión haciéndole compañía. Si en cambio guarda silencio, se funden a Gallardón y él se va de rositas. O algo así. No pretendo ser textual. Lo importante es que ante semejante oferta nadie en su sano juicio puede plantearse que el poder judicial pueda albergar una mínima dosis de independencia. Y por si alguno aún tenía las santas narices como para ponerlo en duda, se destapa que el presidente del Tribunal Constitucional estuvo afiliado al Partido Popular. Que, por mucho que algunos se empeñen en afirmar lo contrario, ni es ilegal, ni inmoral ni muchísimo menos anticonstitucional; pero que sí que evidencia la relación más que tóxica existente entre uno y otro poder. Y así es que cuando esta misma semana se archiva la causa contra Pepiño Blanco, uno se queda frío; y todos los que pensaban que eran culpable lo siguen pensando, y los que le consideraban inocente hacen lo propio sin importarles un pito lo que diga o deje de decir un juez...



          No son pocos los que afirman en el presente que el sistema establecido en la transición es una monumental estafa. Que los partidos la diseñaron para establecer una oligarquía en la que repartirse el poder disfrazada de democracia. Yo por mi parte, tal vez por aquello de lo duro que resulta a veces aceptar la verdad, quién sabe; prefiero pensar que la transición era tan solo un primer paso, y que tocaba luego a los partidos desarrollar un verdadero sistema democrático. Que sobre la base de la transición podríamos haber construido algo bueno; pero que fueron las ambiciones de nuestra clase política las que desarrollaron el sistema en dirección contraria. Como cuando el rodillo socialista en 1985 imposibilitó para siempre la independencia del poder judicial. Tal vez soy muy pardillo, pero me gusta pensar que la transición también habría posibilitado que González hiciese justamente lo contrario, blindando la independencia de los distintos poderes.


          Pero lo importante es que, sea como fuere, hoy tenemos lo que tenemos. No existe un mínimo de independencia en el poder judicial, y ya no cabe engaño alguno. Y sabemos perfectamente que la separación de poderes es ingrediente fundamental de la Democracia. Sin el primero, no se puede hablar de la segunda. Vivimos inmersos en un sistema corrupto y antidemocrático. Podemos manifestarnos en Génova todo lo que nos dé la gana exigiendo la dimisión de Rajoy, pero eso es centrarse en un detalle formal olvidando el problema de fondo. Como atajar la fiebre sin preocuparse por lo que la origina. Nos toca caernos de la burra...

viernes, 12 de julio de 2013

Cuatro horas con Pedrojota

          ¿Por qué nadie hace la pregunta correcta? Han sido cientos (tal vez incluso miles) de artículos los que se han escrito desde la publicación el pasado domingo de la "carta" de Pedro J. Ramírez en El Mundo. Muchos de ellos firmados por personas infinitamente más sabias y mejor informadas que servidor; a pesar de lo cual todavía no me he topado ninguno que formule la que para mí es la pregunta del millón. Tal vez sea mala suerte, vaya usted a saber, pero hasta la fecha todo lo que leo son brillantes especulaciones sobre el que podría ser el Ministro que fumaba puros, preguntas sobre si lo de que un Ministro de Economía y Hacienda perciba dinero negro es cohecho, prevaricación, ambas cosas o algo mucho peor; comparaciones entre Bárcenas y los ERE, o directamente llamamientos a la ciudadanía para que de una vez por todas digamos en serio: "hasta aquí hemos llegado"...

          En todos los casos hablamos de reflexiones y preguntas más que necesarias, pero (al menos en todos los artículos que he tenido la suerte de leer) que dejan de lado una cuestión a mi juicio fundamental: ¿Por qué? ¿Por qué publica Pedrojota lo que publica? ¿Por qué ahora?

          Tal vez sea por eso de que uno lleva ya bastante tiempo siguiendo estos trasiegos, pero las cuatro horas con Bárcenas publicadas me generan cierta sensación de déjà vu, y me evocan aquellas sensaciones tantas veces vividas durante el felipismo. Que vale que Pedrojota no es Polanco, ni nadie que se le parezca ni remotamente; y que El Mundo no es el País, mucho menos El País de aquel entonces; pero, salvando las distancias, los paralelismos son manifiestos.

          En aquellos años, bastaba con leer en el periódico buque insignia del grupo Prisa un editorial contrario al Gobierno de Felipe y los suyos para saber, sin temor a equivocarse, que el régimen comandado por el PSOE no estaba poniendo todas las alfombras rojas que Polanco esperaba para cerrar alguno de sus negocios; o que tal vez la maquinaria del Estado no les estaba defendiendo con toda la rotundidad posible en las ocasiones en que él mismo o Cebrián tuvieron "diferencias" con la justicia...

          El pasado domingo, Pedrojota publicó la crónica de una conversación de cuatro horas mantenida con Bárcenas, en la que acusa a diestro y siniestro sin hacer ninguna acusación concreta (o tan concreta como nos gustaría); pero cualquiera que lo lea comprende perfectamente que los datos concretos y nombres que no publica, no es porque los desconozca. Vamos, que en realidad la crónica entera no es más que una advertencia, o una muestra de poder hacia el Gobierno de Rajoy. Algo que se podría haber resumido fácilmente en una frase: "Mucho ojo, Mariano, que os tengo cogidos por las pelotas".

          Por eso la pregunta del millón es precisamente qué quiere Pedrojota. Con qué le está amenazando el Gobierno o para qué podría querer o necesitar el favor de las instituciones. Porque mientras no hagamos esa pregunta, el sistema seguirá con sus asuntos sin contar con nosotros; y los medios seguirán siendo mecanismos de mensajería entre diferentes patas del propio sistema relegándonos a meros espectadores de la que debería ser nuestra vida pública. 

jueves, 4 de julio de 2013

Indignación constructiva

                Me da mucha pena comprobar en qué poquita cosa ha quedado lo del 15M. Bien es verdad que estaba anunciado por muchos que duraría poco una vez el PP en el poder (por servidor entre otros), pero no por ello deja de darme pena. Estaba cantado que la cosa no iría mucho más allá en cuanto se pudiese volver a protestar contra el gobierno sin que ello vertiese sobre uno la sospecha de apoyar al PP, o a la derechona, o a los fachas… (¡Dios nos libre!). Y así ha sido que en cuanto “los malos” han ocupado el gobierno, la enmienda a la mayor que suponían los “no nos representan”, “democracia real ya” y demás, parece menos urgente y necesaria a la mayoría de los que la consideraban esencial entonces.
                Y es precisamente por eso que me da tanta pena. Vale que cuando reclamaban un cambio de sistema lo hacían únicamente porque habiendo fallado el PSOE, solo tenían como opción el PP, y aquello les ponía los pelos de punta; pero lo importante, a fin de cuentas, es que reclamaban un cambio de sistema. Y es una verdadera desgracia que ahora dejen de hacerlo, cuando resulta más necesario que nunca.
                Lo explicaba ya en mi entrada de hace dos semanas titulada “La trampa del consenso”: El sistema implementado en la transición ha derivado en una oligarquía de partidos, que progresivamente ha terminado con la independencia del poder judicial, agentes sociales y medios de comunicación, y que ha establecido una relación de simbiosis con la banca. Todo ello operando bajo la premisa del bienestar del Estado (y no a la inversa), convirtiendo a los ciudadanos en cajeros automáticos de los que se espera dinero, votos y poco más. Y así es que, sin ser conscientes de ello en la mayor parte de los casos, los que gritaban “no nos representan” tenían toda la razón del mundo.
                Ahora parece que las cosas han cambiado. Las encuestas predicen que entre los dos partidos de siempre no sumarían la mitad de los votos si hubiese elecciones mañana, y no pocos señalan esto como un logro del 15M. El problema es que mañana no hay elecciones; queda tiempo y margen de maniobra para mucho, y PP y PSOE ya han empezado a mover ficha. Me explico: Rubalcaba es un tipo muy listo. Listísimo. Y sabe perfectamente que mientras los dos partidos bajen en las encuestas no hay nada que hacer. Los miembros de su partido se revuelven como locos buscando candidatos, o mensajes  o propuestas que puedan devolver la ilusión a los votantes del PSOE; pero Alfredo sabe perfectamente que por ahí nada pueden hacer. El líder de la oposición sabe que el valor del PSOE no radica en sus ideas, ni muchísimo menos. El mayor reclamo del PSOE es no ser el PP, y su auténtico valor es como contrapunto a los populares. Por eso, será inevitable que el PSOE siga cayendo en las encuestas mientras los siga haciendo el PP. Sin la amenaza de la “derechona”, el PSOE no resulta necesario… Por eso, cuando desde Génova celebran los datos macroeconómicos que parecen indicar recuperación, desde Ferraz no se dignan a señalar todos los demás datos que indican lo contrario; o lo poco que tienen que ver esas supuestas mejorías, en la mayoría de los casos, con las políticas emprendidas por el PP. Rajoy y los suyos se creen que son la leche, que son tan buenos que dejan a la oposición sin argumentos; cuando lo que ocurre en realidad es que Rubalcaba necesita que el PP remonte en las encuestas. Porque solo cuando el PP recupere intención de voto, hará lo propio el PSOE. Cuando las cifras positivas se traduzcan en mejora del PP en las encuestas, renacerá la amenaza de la “derechona”; y todos sabemos cuál es el único partido con capacidad para detenerles. Así mejorará la intención de voto para el PSOE, lo que alertará a los votantes del PP… y la dinámica del voto útil volverá a operar en todo su esplendor para desgracia de los partidos minoritarios. Si no lo impedimos, todo esto nos habrá servido para quedarnos como estamos…
                Por eso es fundamental que nos indignemos, pero de manera constructiva. No se trata de que nos dediquemos al camping urbano u organicemos una docena de manifestaciones diarias. En realidad es bastante más simple que todo eso, se trata de utilizar el poco poder que nos han dejado, que es el del voto. Lo que necesitamos es no olvidar que el sistema necesita una profunda regeneración, una “democracia real ya”, y que ésta no llegará nunca de la mano del PP y el PSOE; porque, a fin de cuentas, es verdad: “No nos representan”.