Tiene gracia lo de los “grandes”
partidos en España. Su enfrentamiento constante raya la épica en según qué
ocasiones, y lo irreconciliable de sus posturas resulta indiscutible... Hasta
que aparece un enemigo común.
No en pocas
ocasiones hemos presenciado lo que vimos en Asturias en su momento: al PPSOE le
salió una “mosca cojonera” llamada Francisco Álvarez-Cascos, y lo que ocurrió
fue suficientemente ilustrativo. No es que de pronto se iniciase el diálogo, o
se tendiesen puentes, o surgieran acercamientos. Es que desde el momento en el
que el recuento de las urnas dio la victoria en las elecciones a Foro, PP y
PSOE operaron como uno solo; por inconcebible que pudiese resultar algo así en
la cabeza de nadie.
Hoy, por
ejemplo, todos aplaudimos entusiasmados el acuerdo alcanzado ayer por Rajoy y
Rubalcaba. Por un día desapareció la crispación, y al Presidente y el líder de
la oposición solo les faltó darse un besito y salir del Congreso cogiditos de
la mano. Y seguramente muchos se pregunten si es que se han caído del guindo, o
si bien se habrán apuntado a un curso de esos de “coaching” y ahora flipan
ambos con las bondades del pensamiento positivo y constructivo. Pero no; lo
único que ocurre, una vez más, es que han encontrado un enemigo común. Alemania no quiere dar su brazo a torcer, y
las diferencias insalvables dejan de ser insalvables, o tan siquiera
diferencias.
Siendo así
las cosas, toca preguntarse por qué parece cada vez más cercano el día en el
que PP y PSOE alcancen el maravilloso consenso. Ese que nos anuncian como si se
tratase de la panacea universal, que resolverá inevitablemente todos y cada uno
de nuestros problemas. Hay que plantearse cuál es el enemigo común ante el que
darían semejante paso. Y la respuesta es tan indiscutible como pavorosa: el enemigo somos nosotros.
El
enfrentamiento entre PP y PSOE no es más que una farsa. Un mecanismo simple. Mientras media España esté convencida de
que el problema es la izquierda, y la otra media de que el problema es la derecha;
pasa desapercibido el verdadero problema, que no es otro que un sistema
oligárquico de partidos en el que los dos “grandes” y sus amiguetes de la banca
controlan gobierno, justicia y medios de comunicación. Pero, ¡ay amigo!,
las encuestas muestran hace semanas el hundimiento de ambos partidos; y no cesa
para ninguno de los dos por mucho que se pongan a parir entre ellos. Con la
intención de voto actual ni siquiera obtendrían la mitad de los votos totales
entre los dos. Ha surgido un poderoso
enemigo: la Sociedad Civil
podría desmontarles el chiringuito.
¿Qué hacen
entonces? Pues soltar a los perros a la palestra mediática.Y ya no es solo que
los medios prostituyan la interpretación de las encuestas prestando atención a
PP y PSOE y relegando al resto (más de la mitad de los votos a día de hoy) a un
epígrafe titulado “otros”, dando a entender que no existe una alternativa
viable; es que sus acólitos que escriben en periódicos y ejercen como supuestos
analistas en tertulias de televisión y radio, preparan el terreno vendiéndonos
la moto del consenso. Y así nos van convenciendo a todos de que el consenso
sería lo mejor que nos podría pasar, y la única solución posible para la
situación actual. Y es tal el bombardeo que ni siquiera nos paramos a pensar lo
suficiente como para ver la deslegitimación de la voluntad de los ciudadanos
que supondría que los partidos acuerden entre ellos lo que les venga en gana
sin que podamos decir esta boca es mía. Y así es que como no nos pongamos las
pilas, llegará el consenso entre PP y PSOE para poder salvar su chiringuito; y
encima aplaudiremos.