martes, 1 de febrero de 2011

¿Porqué no votarán los extranjeros?

          Esta mañana publica un diario nacional que solo un 13% de los inmigrantes no comunitarios se han inscrito en el censo para participar en las elecciones del próximo 22 de mayo. Lo primero que me vino a la cabeza al leerlo, supongo que al igual que a muchos de ustedes, fue el desarraigo de estos colectivos con respecto a nuestro país; la falta de implicación personal en el devenir de una nación en la que se encuentran de paso o de manera transitoria. Estaba a punto de pasar la página sin darle más vueltas cuando vinieron a mi cabeza nombres de amigos extranjeros que aman a España y que querrían ver crecer aquí a sus hijos.

          Solo entonces comprendí que a lo mejor había algo más. Hice un sencillo ejercicio de ponerme en el lugar de un "venido de fuera", y rápidamente se me ocurrieron otros motivos que tal vez expliquen mejor la noticia.

          Como me ha tocado viajar lo mío, entiendo lo que supone integrarse en una cultura nueva; y presumo la sorpresa que les supuso a todos los recién llegados no haber terminado de deshacer las maletas sin sentirse obligados a decantarse por el Madrid o el Barça. Ahora bien, lo que no alcanzo a imaginar es cómo se les habrá quedado el cuerpo cuando, poco tiempo después, se les obligaba a tomar la misma decisión entre PP y PSOE.

          Porque, no nos engañemos, en España no importan las ideologías. Nos movemos políticamente por partidismos. Y cuando decimos que Juan es socialista y del Real Madrid, decimos en verdad que a Juan le importa un pito quién juegue en el Real Madrid, quién sea el entrenador, quién presida el club o quiénes llenen las gradas del Bernabéu; su compromiso supera todas esas necedades terrenales. Y lo mismo con el socialismo; le importa medio bledo quién encabece el PSOE, el programa que defienda, las políticas que aplique o los valores que represente. Su universo político se reduce a votar al PSOE o no votar; y por si fuera poca limitación, tachará de chaquetero y retirará la palabra a todo ser humano carente de compromiso espiritual que se plantee votar a dos partidos políticos diferentes a lo largo de su vida. Y, ojo, que tres cuartos de lo mismo se aplica a Jorge, que es pepero y culé, no me vayan a tachar de parcial.

          Por si fuera poco, estos matrimonios inquebrantables no surgen de unos principios ideológicos fundamentales o nada parecido, sino que en la mayoría de los casos surgen de la interpretación que en la familia de cada uno se ha dado a la segunda república, la guerra civil de 1936 y la posterior dictadura. Si, a mayores, asumimos que la inmensa mayoría de estos inmigrantes no habían nacido en aquellas fechas y que, por si eso fuera poco, a los partidos y sus seguidores se les adjudican papeles en la contienda que no se corresponden con lo que dice en los libros de historia; no sorprende tanto que les cueste decidirse.

          Pero no hace falta tampoco conocer nuestra idiosincrasia para que un extranjero no se sienta motivado para votar. Cualquiera que quisiera hacerlo empezaría por leer los distintos programas pero ¿para qué leer programas si nadie a su alrededor los lee? Y no sólo eso ¿para qué hacerlo si el partido en el gobierno hace justamente lo contrario a lo estipulado en su programa y aquí no pasa nada? ¿A quién voy a votar si los supuestos socialistas recortan los derechos sociales mientras los supuestos neoliberales los defienden a capa y espada? ¿Porqué voy a votar a otro partido si los españoles creen en un fantasma llamado 'voto útil'?

          A cualquier persona con dos dedos de frente solo le quedaría la opción del voto en blanco pero, claro, los inmigrantes de bien son excesivamente educados y correctos como para echar semejante corte de manga a la clase política del país que les ha acogido. Por no mencionar los trámites burocráticos por los que se les hace pasar. Que una cosa es entregar un voto a una opción que ilusiona y transmite esperanza y otra muy diferente poner un papel en una urna. Para lo segundo, que no esperen que acuda más del 13 por ciento.

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