miércoles, 4 de mayo de 2011

El bochorno del "Spain is different"

          Han matado a Ben Laden (sí, 'ben'; 'bin' es lo que escriben los americanos para, al leerlo, decir 'ben'). En occidente muchos lo celebran con preocupación ante posibles represalias mientras en oriente otros tantos lo lamentan jurando al tiempo venganza. Y mientras tanto, en España, seguimos a la espera de que nuestro presidente haga comentarios al respecto y desvele su postura oficial. No son pocos los que se preguntan a qué espera para sumarse (o no) al resto de los líderes de las democracias occidentales que aplauden el hecho sin discusión; pero es que los años de zapaterismo nos han colocado en una situación de lo más peculiar, desde la que posicionarse respecto a la operación gerónimo no resulta tan sencillo.

          Lo sería si esto hubiese ocurrido con Bush en el despacho oval. El gobierno no lamentaría la muerte de Ben Laden, pero sí que consideraría deleznable la actuación de los americanos. El aparato mediático afín a la "nueva vía" del PSOE nos relataría lo acontecido como la última machada del cowboy tejano que se cree que habla con Dios; y preguntaría a voz en grito cómo es posible que los yankees se atrevan a organizar algo así sin pedir permiso a la ONU, sin avisar a los pakistaníes, o sin llamar antes por teléfono al propio Osama en plan Gila a ver a qué hora le viene bien.

          Pero, claro, Bush es historia; y poner a bajar de un burro al otro gran progresista planetario no resulta del todo conveniente. Y si fuese solo por eso, Zapatero no tendría problema en salir por televisión celebrándolo con confeti por muy incoherente que resultase con su discurso y hechos hasta la fecha. Si de algo es consciente ZP es de que no pasará a la historia como un tipo coherente; con lo que decir diego donde dijo digo por enésima vez no le iba a quitar el sueño. Pero es que con los asuntos que se trae entre manos con ETA: ¿Cómo sentaría a algunos que Zapatero saliese por televisión aplaudiendo porque a un terrorista le han dado lo suyo?

          Y así es como el contraste entre España y el mundo normal resulta cada vez más escandaloso. Y así es como el viejo eslogan de Spain is different se convierte en algo que cada día tenemos que admitir con mayor vergüenza los que tratamos con gente de fuera. Porque no es solo que nuestra economía vaya a contrapié respecto a la de nuestros vecinos o que dupliquemos la tasa de paro de la UE; es que en asuntos en los que se supone que compartimos barco con nuestros aliados, no hacemos sino remar en dirección contraria. Así mientras las democracias occidentales aplauden que se mate a un terrorista sanguinario, nuestro presidente aún no sabe qué decir. O, lo que es mucho más sangrante, mientras Francia se esfuerza en luchar contra ETA, nosotros boicoteamos el trabajo de los franceses con chivatazos; o miramos hacia otro lado para que se escapen los terroristas que apresaron gobiernos anteriores; o cuando la huída no es posible les pagamos tratamientos de fertilidad.

          Y suma y sigue. Que bien es verdad que la política exterior común de la UE es una asignatura pendiente; pero una cosa es eso y otra muy diferente que mientras nuestros socios aspiran a posicionar a Europa convirtiéndola en un interlocutor inevitable, admirado y respetado en cualquier escenario geopolítico; nosotros apostemos por el buen rollito infinito y las alianzas de civilizaciones permitiendo que se nos ponga chulito hasta un mierda como Evo Morales.

          Incluso en un asunto como el de los piratas del Índico, con lo indiscutiblemente obvio que resulta en qué bando nos encontramos, Spain is different. Así mientras unos, como los americanos, optan por la opción A, que consiste en no negociar un pepino y darles leña sin miramientos; y otros, como los franceses, optan por la opción B, que va de pagar para liberar a los rehenes y luego dar leña sin miramientos hasta que recuperan la pasta; nosotros nos inventamos la opción S (de Spain). Y lo realmente particular de nuestra opción no es que el gobierno pague a los piratas, por mucho que nosotros no hablemos de otra cosa. De hecho, cuando Trinidad Jiménez contradice a la Audiencia Nacional afirmando que el gobierno no pagó a los secuestradores del Alakrana lo que hace es confirmar que a pesar de ser un líquido blanco embotellado, que sabe a leche y salió de las ubres de una vaca, se trata de un teléfono. Y lo hace para que no centremos la atención en la auténtica originalidad de la opción S; que es que una vez liberados los rehenes (vamos, cuando toca darles leña sin miramientos), nuestro gobierno da orden a nuestros militares de quedarse quietecitos donde están y si acaso pegar un par de tiros al aire para que no resulte demasiado obvio en la tele que les hacemos pasillo mientras se piran con nuestras pelas para financiar el próximo secuestro.

          Y, así, cada día que pasa Spain is más different. Un país donde no solo los terroristas podrán presentarse a las elecciones, sino que cuando matan al que ideó los atentados que acabaron con casi doscientas vidas en Madrid hace no tanto, el presidente no sabe si debe aplaudir.

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