Termina la Semana Santa, o lo que según ciertos gililaicos deberíamos llamar el periodo de descanso entre el primer y segundo trimestre, y un año más toca revisar las cifras de muertos en nuestras carreteras. Y no crean que lo digo con desidia o cansancio. Al contrario. No en vano hace tiempo que defiendo que de los muertos en nuestras carreteras deberíamos hablar muchísimo más de lo que lo hacemos. Que no me mueve ningún afán de morbo o nada parecido, pero es que no hacerlo convierte en ridículo el homenaje para con cualquier otro fallecido patrio. ¿Acaso soy el único al que le parece indignante la comparación entre los líos que se montan cuando se nos mueren un par de soldados en Afganistán y la "normalidad" en la que se nos mueren más de dos mil personas todos los años en la carretera?
Pues eso, que no hablamos del tema lo suficiente. Aunque, por otro lado, creo que intuyo por qué. Con la pandilla de cenutrios en puestos de poder dispuestos a relacionar el aumento de las sanciones de tráfico con el descenso de los muertos como un matrimonio causa-efecto indiscutible, transmitir a nuestra clase dirigente nuestra sincera preocupación por la siniestralidad vial no deja de ser como pedirles por favor que nos multen hasta por soñar con circular a más de cien por hora.
Que no debemos obviar el hecho de que durante los últimos años, a medida que ha aumentado la recaudación por sanciones de tráfico y se han endurecido las multas, han descendido las cifras de fallecidos. Pero no menos cierto es que a medida que facebook ha ganado usuarios, también los muertos en carretera han sido menos; y muere mucha menos gente hoy en España en desplazamientos que cuando las redes sociales ni siquiera existían. Y es ante datos tan indiscutibles como estos, que debemos asumir la peligrosidad que esconden las relaciones causa-efecto simplonas e interesadas.
Por ejemplo, no debemos hablar de cifras de fallecidos en términos absolutos sino en relación al número de desplazamientos. Este año, por ejemplo, hemos tenido un cuarenta por ciento menos de desplazamientos que en 2001. Y esto significa que toda reducción de siniestros que no supere esa cifra no se debe al carné por puntos (ni a facebook, todo sea dicho). Por si fuera poco, también debemos tener en cuenta otra serie de factores que sin duda intervienen en la ecuación: Durante las últimas décadas los fabricantes de automóviles han invertido cantidades ingentes de dinero en avances de seguridad activa y pasiva para los vehículos. Así cuando hace no mucho circulábamos a 120 en un Opel Corsa pelao, hoy lo hacemos en un Opel Corsa que cuenta con dirección asistida, ABS, airbag, control de tracción, cabina indeformable y un sinfín de ayudas a la conducción que, por un lado, hacen que sea mucho más complicado tener un accidente y, por otro, minimizan exponencialmente las consecuencias del mismo en caso de tenerlo. Por su parte, el ministerio de fomento no ha hecho más que desdoblar carreteras e inaugurar más y más kilómetros de autovía; con lo que cuando antes circulábamos por unas carreteras estrechas de doble sentido, mal iluminadas, sin señalizar, con curvas imposibles, sin arcenes y con toda suerte de árboles y demás obstáculos con los que estrellarse a ambos lados de la vía; hoy lo hacemos en unas autovías bien iluminadas y señalizadas, con curvas siempre suaves, grandes arcenes seguidos de vías de escape y, sobre todo, sin vehículos circulando en sentido contrario invadiendo nuestro carril. Y podríamos seguir hablando de la información con la que contamos hoy y la concienciación ciudadana del peligro que supone la carretera, pero sólo con las mejoras de vehículos y vías tenemos argumentos de sobra. La cuestión es que existen estadísticas que miden la relación entre la disminución de la siniestralidad y la implementación de medidas de seguridad como airbag, abs y demás en los vehículos. Asimismo, también está más que demostrada y cuantificada la reducción del número de accidentes por kilómetro de carretera desdoblado. No me costaría nada, con esas cifras en la mano sumadas al descenso del 40% de los desplazamientos, demostrarle a Pere Navarro, a sus amigos de la DGT y a la secta política que su afán recaudatorio no sólo no ha reducido la siniestralidad, sino que teniendo en cuenta toda la información EL CARNÉ POR PUNTOS Y LA PLAGA DE RADARES HABRÍA AUMENTADO LAS CIFRAS DE ACCIDENTES Y MUERTOS EN NUESTRAS CARRETERAS.
Pero si lo hiciese, no sería en absoluto mejor de lo que son ellos. Ellos son los que tergiversan a su antojo las relaciones de causa y efecto y yo soy yo. Ellos son los que ven que una persecución mediática contra Chaves está llevando a destapar toda suerte de chanchullos que cuestionan su integridad. Yo soy el que veo que su falta de integridad le llevó a cometer chanchullos y por eso ahora le persiguen. Ellos son los que dicen que la falta de confianza está debilitando al gobierno. Yo soy el que sabe que no confía en el gobierno por su manifiesta debilidad. Ellos son los que afirman que se les responsabiliza de la fuga de Troitiño porque quieren atacarles. Yo soy el que ante las evidencias solo puedo asumir que se le dejó huír a propósito, ya que cualquier otro caso reflejaría demasiada inutilidad incluso para ellos. Ellos son los que siguen preguntándose porqué para los españoles la clase política es el tercer principal problema del país. Yo soy el que sabe que encontrarán la respuesta en cualquier espejo.
En definitiva, que ellos son ellos y yo, sin ser ejemplar en casi nada, soy radicalmente distinto. Por eso no puedo ignorar a la hora de analizar la siniestralidad vial lo que han cambiado los conductores. Obviar el hecho de que todas las ayudas (en vehículos e infraestructuras) van convirtiendo poco a poco a nuestros conductores en carne de cañón ante los imprevistos sería tan sectario como lo que hace la DGT relacionando multas y radares con vidas salvadas. Sin ser tan mayor, tengo por detrás una generación entera de conductores que no durarían tres kilómetros en el coche que yo conducía por las carreteras en las que lo hacía hace no tanto tiempo. Incluso yo no soy lo que era, ya que a fuerza de conducir años por autovías estupendas en coches que lo hacen casi todo por mi, me voy relajando al volante como antes solo hacían los muy temerarios. Y es por esto, y no por las multas a tutiplén, que a pesar de las mejoras en seguridad de vías y vehículos y la reducción de desplazamientos tenemos las cifras que tenemos.
Concluyendo: debemos asumir que el carné por puntos y la proliferación de radares han contribuído significativamente a la reducción de los accidentes. Ahora bien, cuando pretendan inflar las medallas y convertir a las sanciones en la panacea universal ignorando todo lo demás; cuando intenten disfrazar su afán recaudatorio de salvavidas indiscutible, que sepan que no somos idiotas, que con sus argumentos resulta que lo que salva vidas es facebook.
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