Escribo esto el martes 15 de marzo poco antes de las 13:00; y por el momento el holocausto nuclear no se ha producido en Fukushima. Dada la probabilidad de que la desgracia se produzca en cualquier momento, prefiero dejar constancia y que quede meridianamente claro bajo qué circunstancias escribo la presente entrada. Por el momento, no ha habido hecatombe.
Pero habrá explosión, no les quepa la menor duda. Es tal la utilización política que en España se le está dando a la desgracia de Japón que solo nos quedan dos opciones: puede producirse la explosión definitiva de la central nipona, o puede explotar la bomba de relojería política en la que han convertido todo esto ciertos supuestos ecologistas, miembros del PSOE y, sobre todo, medios afines al Gobierno. Me atrevo a afirmar incluso que algunos de éstos sintieron satisfacción al conocer el accidente nuclear y que en lugares oscuros de sus retorcidas mentes esperan ansiosos el peor desenlace posible. Así podrán entonces entonar el "te lo dije" o el "a esto me refería yo" o el "el que avisa no es traidor" con mueca de dolor disfrazando su cruel regocijo. Y sé que suena fatal, pero no se puede explicar de ninguna otra manera que a los pocos minutos del seísmo ya se hubiese rescatado en España el debate sobre Garoña.
Y es que, pregunto yo, ¿cuál es el verdadero paralelismo entre Garoña y una central japonesa que acaba de verse sometida a un terremoto del 8,9 en la escala Richter? ¿Que ambas son centrales nucleares? Que bien es verdad que ambas lo son; que no niego yo que una central nuclear entraña peligros tales que todas las medidas de seguridad parecen pocas; que no seré yo quien afirme que las centrales nucleares son 100% seguras. Ahora bien ¿algo lo es? Y no hago la pregunta en plan retórica simplista, sino intentando de hecho evitar la retórica simplista que pretende que entendamos que Garoña y Fukushima son lo mismo.
Resulta espeluznante hacerlo pero, por un momento, pongámonos en lo peor. Imaginemos que se desata la hecatombe que casi todos tememos con angustia. Si la desgracia se produce y asumimos irremediablemente que debemos desmantelar Garoña y enterrar las centrales nucleares ¿no deberíamos desmantelar también todo lo que España tenga a menos de diez kilómetros de la costa? ¿No deberíamos derruír cualquier vivienda no preparada para soportar un seísmo grado 8,9? Que no pretendo minimizar los efectos de una catástrofe nuclear, pero es que los de un tsunami que arrasase Barcelona, Valencia o San Sebastián o los de un terremoto como el japonés en Madrid, Sevilla o Zaragoza tampoco deberían tomarse a la ligera.
Especialmente sangrante me resultó leer el periódico "El país" el domingo. Grandes titulares sobre el accidente en Fukushima, y sólo menciones colaterales a los 1700 muertos que se contabilizaban por entonces y los varios miles de desaparecidos (cuando sabemos, además, en qué se suelen traducir estos últimos). Portada y páginas dedicadas al incidente de la central sin espacio que conceder al mayor desastre natural ocurrido en el mundo en los últimos tiempos hasta la página ocho. Y no sin antes dedicar la página 7 a los paralelismos entre Garoña y Fukushima y el debate atómico en España. Por si no era bastante -no se vayan todavía, aún hay más- incluyendo titulares como (y cito textualmente): "El debate en España es ideológico porque hay exceso de potencia eléctrica".
¿Cómo se puede decir que el debate atómico en un país con una dependencia energética por encima del 80% es ideológico? Apoyan su afirmación en el hecho de que España exporta electricidad a Portugal o Marruecos, como si lo hiciésemos porque a nosotros nos sobra. Como una señora que tiene una gallina que pone dos huevos mientras en su casa se consumen seis, que opta por vender los dos huevos en el mercado y comprarse la media docena que necesita en el súper. O bien R. M. (iniciales que firman el artículo) es un cenutrio que no solo no entiende que la señora tiene un déficit de cuatro huevos sino que se cree incluso que le sobran dos, o bien lo que resulta ideológico en verdad es todo su artículo, incluso su periódico; que pretende aprovechar una desgracia que se ha llevado por delante miles de vidas para "demostrar" que ZP y sus amigos pseudo-ecologístas tenían razón cuando querían cerrar Garoña.
Ahora bien, ellos sabrán lo que hacen sacando Garoña a colación. Que como Fukushima finalmente no reviente, entre los que se oponían en su día al cierre de Garoña también hay un montón de desaprensivos dispuestos a soltar el "te lo dije"; y con la que están liando, ni siquiera podrán considerar absurdo comparar un caso con el otro como respuesta. Y, como reventar reviente, al menos para mí lo que pase con Garoña será lo de menos...
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