miércoles, 23 de noviembre de 2011

Lo que se acabó el domingo (2 y final)

          Como decíamos ayer... (qué gustazo poder emular a Fray Luis de León), sin esperar a que tome las riendas el nuevo gobierno, ya hay una serie de cosas que han cambiado solo con el fin de la campaña electoral.  Ayer hablábamos de la regeneración de la figura de Zapatero que lleva en marcha ya cuarenta y ocho horas y de la desaparición de la crisis facilona con posible salida sin recortes. Hoy, empezaré por señalar el final del movimiento de los indignados o 15M tal y como lo hemos conocido.

          Que no es que crea que se van a terminar las reivindicaciones de una regeneración democrática, cambios en la ley electoral, o simple y llanamente de un sistema más justo: el movimiento no va a desaparecer. Pero si ya desde las elecciones locales y autonómicas el seguimiento había disminuido considerablemente, tras las generales se va a quedar en prácticamente un chiste comparado con lo que fue en un principio. Tal vez muy ruidoso, sí; pero poco más que un chiste. Y es que por muy apolítico que pretendiese ser, los individuos apolíticos no existen. Puede uno no identificarse con ninguno de los partidos existentes, pero eso poco tiene que ver con ser apolítico. Así, a pesar de que al movimiento de indignación se sumaron individuos de todo tipo de ideologías; aunque solo sea por su tendencia histórica a llevar sus reivindicaciones a la calle, resulta obvio que se trataba de un colectivo mayoritariamente de izquierda. Y (lo más paradójico) aunque surge como respuesta a, entre otras cosas, el bipartidismo reinante; gran parte de las adhesiones se producen como fruto precisamente de este bipartidismo; por eso de que en España aún no hemos aprendido a distinguir entre partidos e ideología. Me explico: para muchos de los indignados el verdadero problema fue que (desde su perspectiva bipartidista) entendieron que protestar por los desaguisados del gobierno socialista equivalía a apoyar al Partido Popular; y eso era algo que, desde su ideología de izquierda, no estaban dispuestos a hacer. Otros, sin llegar tan lejos pero cegados también por el bipartidismo implementado ya hasta en su código genético; sintieron que ante el fracaso del PSOE, la única opción viable en España era la derecha. Eso, entendido así, es una señal inequívoca de que algo falla. Y así es como unos y otros optaron por la protesta transversal ante todo el sistema. Y tampoco me extiendo más sobre esto, que ya lo expliqué detenidamente en la entrada de este mismo blog del pasado 19 de mayo titulada "No es oro todo lo que reluce". Lo que interesa resaltar ahora es que, una vez en el gobierno un equipo de derechas, para muchos la protesta ante la situación o la gestión del partido dirigente ha dejado de suponerles un conflicto ideológico; con lo que a pesar de que los fallos del sistema seguirán estando ahí, sin duda dejarán de ser una prioridad.

          Y ya que hablamos de bipartidismo, que más quisiera yo que poder anunciar que también desapareció el domingo, pero nada más lejos de la realidad. Tras una gestión manifiestamente desastrosa como ha sido la que nos ha brindado, el PSOE ha recibido un 30% más de votos que todas las demás alternativas al PP juntas; lo que no parece augurar ningún cambio a corto plazo en nuestra visión dicotómica del panorama político. De hecho, el cambio más notable en la foto del hemiciclo es la llegada de un nuevo interlocutor político para el País Vasco; uno que, además, no considera que el hemiciclo sea una institución legítima en lo que a Euskadi se refiere. Y ya veremos a qué nos lleva, pero bien es verdad que por ahora no augura nada bueno ni para los vascos, ni para el resto de los españoles.

          Pero bueno, si de algo me gusta que me acusen, es de optimismo ciego; así que no quiero cerrar esta reflexión sobre el final de campaña sin exponer las esperanzas a las que me aferro tras los comicios del domingo. Lo que espero es que sepamos superar actitudes como la de la energúmena de FAC, que tras los resultados cuestionaba en Twitter la inteligencia de los asturianos; o la del cenutrio aquel del PSOE que se refería en su día a los que votaban al PP como "tontos de los cojones". Más bien espero que, tal y como en su día se defendía la gestión socialista de la primera legislatura de Zapatero exponiendo los resultados electorales de 2008 añadiendo "algo habrán hecho bien"; sepamos interpretar que si el PP recibe más de diez millones de votos (y no menos de nueve desde hace ya más de una década), algo bueno ha de tener. Así como también espero que sea entendido por todos que lo que ha fallado no ha sido la izquierda; que lo que ha fallado ha sido el PSOE y que, se regenere este partido o no, la izquierda cuenta en España con un elevadísimo potencial y talento; y que por mucha mayoría absoluta que haya en el congreso, su colaboración y apoyo si es que queremos salir de esta resultan indispensables.

          La situación en España no es mala, es lo siguiente; pero ante nosotros se presenta una oportunidad histórica. Nunca en nuestros años de democracia un partido aglutinó como hace hoy el PP tanto poder local, autonómico y nacional al mismo tiempo. Así las cosas, se pueden llevar a cabo reformas sin que los intereses partidistas enfrentados puedan evitarlo; vamos, centradas en la verdadera política y por el interés de España y sus ciudadanos. Ahora bien, de nada servirán sin no nos olvidamos de números de escaños y las hacemos entre todos. La oportunidad está servida...