martes, 22 de noviembre de 2011

Lo que se acabó el domingo (1)

          Vale que con la que le está cayendo a nuestra deuda soberana y a nuestra prima de riesgo, parece que ponerse a hablar sobre consecuencias domésticas y sociales del final de la campaña  resulta un tanto insensato. Pero hay veces en la vida en la que ante problemas frente a los cuales poco o nada podemos hacer, lo más oportuno es intentar seguir hacia adelante y no paralizarse obcecándose en asuntos sobre cuyo desenlace apenas podemos influir. Y es por esto que, a pesar de todo, quiero señalar hoy una serie de ideas que murieron en el momento en el que se cerraron los colegios electorales el domingo.

          Por ejemplo, el domingo feneció Zapatero "el apestado". Ese presidente inútil cuyo partido mantuvo todo lo alejado que pudo de su candidato durante la campaña. Ese cuya gestión intentaron olvidar unos y otros. Ese Zapatero ya no está. Ahora lo que empieza es la reivindicación de Zapatero, y sus cualidades como presidente no van sino a crecer y crecer. Y poco importa que el nuevo gobierno no entre en funciones hasta dentro de varias semanas; curiosamente, todos los males que nos toque padecer ahora serán inequívocamente culpa de los elegidos el pasado domingo. Pero lo más importante no es eso; lo verdaderamente novedoso es que cualquier mejoría que presente nuestra situación durante los próximos años, será para muchos el evidente resultado de las políticas puestas en marcha por ZP y su gabinete durante sus últimos meses en el poder. El rescate de su denostada figura ya está en marcha; y si lo quieren las circunstancias y el Partido Popular obtiene logros, no harán sino enterrar en el olvido al ZP junto al que hoy ni su mujer quiere hacerse una foto.

          Pero si hay algo verdaderamente importante que desapareció el domingo, es la crisis de la que nos llevan hablando varias semanas. Esa crisis de la que no solo íbamos a salir inexorablemente en cuestión de un par de meses, sino que podíamos hacerlo de infinitas maneras. Esa crisis que algunos reducían incluso a "excusa" de otros para llevar a cabo recortes también murió el domingo. Nos toca ahora enfrentarnos a la crisis de verdad, y asumir que los mensajes positivos de unos y otros eran pura demagogia y, en muchos casos, pesca de votos al cobijo del convencimiento de que sus propuestas nunca se iban a poner en práctica. Por ejemplo, mucho se ha repetido la posibilidad de eludir los recortes a base de subir impuestos de manera progresiva (para que paguen más los más ricos, se entiende). Y suena tan bonito dicho así que cuesta no confundir al que lo suelta con Errol Flynn vestido de Robin Hood; pero resulta que el 90% de la recaudación del IRPF en España procede de los asalariados. Dada la magnitud del déficit de nuestras administraciones ¿alguien se cree realmente que podemos arreglarlo multiplicando solo el 10% restante? Podríamos freír a impuestos a todos "los ricos" de España, y ni con esas taparíamos el agujero; con lo que por muy progresiva que fuese la subida, también se la iba a comer la clase media. Vamos, lo que nos faltaba; y eso por no entrar en lo que supondría para la inversión privada y lo difícil que resulta imaginarse un descenso del paro sin ésta.

          El verdadero problema en España, y esto lo saben todos los candidatos de todos los partidos, es que el gasto público se hace "de prestado" y las administraciones consumen todo el crédito disponible. Y poco importa si el año pasado se concedieron 93.000 millones más de euros en créditos que el anterior en nuestro país; que se los comieron íntegros las administraciones. Y sin crédito, no hay actividad empresarial. Y sin actividad empresarial, no hay empleo. Y sin empleo no se recaudan impuestos, y se viene abajo todo lo demás. Vamos, que no nos queda otra que reducir el gasto de nuestras administraciones. Y esto no lo digo yo porque sea más listo o sepa más de economía que los que prometían reactivarla aumentando el gasto público; que sabido es que no tengo a nuestra clase política en alta estima, pero ni yo mismo les considero tan memos. Lo que pasa es que yo no necesito dorarles la píldora fantaseando fórmulas mágicas para evadir los recortes a ver si así me votan.

          Y viendo que esto va para largo, mejor hacemos una pausa. Mañana más.