Ya publiqué en su momento dos entradas a propósito del 15M, los indignados, la democracia real ya y demás familia. Sigo pensando lo mismo, con lo que no vamos a ahondar ahora en ello. Desgraciadamente no comparto sus planteamientos, los cuales considero pueriles y carentes de reflexión previa (por no mencionar que para saber que la cosa no funciona, me basto solito); pero sí que valoro el movimiento en sí como tirón de orejas para las instituciones y recordatorio para la clase política de que tras las cifras de las encuestas hay vidas humanas.
Sin embargo, cada vez me resulta más divertido constatar cómo este movimiento cada día que pasa consigue que más y más celebrities de nuestro panorama político se pongan a si mismos en evidencia. Y es que si resulta cuando menos chocante ver y escuchar a miembros del PP y su aparato mediático aceptar con cara de circunstancias que hay que escuchar al pueblo, y analizar detenidamente las razones de su tremenda indignación; lo de los socialistas y sus acólitos presentándose como simpatizantes y aplaudiendo esta movilización ciudadana es simple y llanamente delirante.Son tantos los miembros de la secta convencidos que de pillarles esto hace dos o tres décadas habrían sido los primeros en acampar en la Puerta del Sol; que observarles ahora intentando ignorar que ellos son el objetivo de semejantes protestas resulta cuando menos cómico.
Yo por lo menos me parto de la risa cada vez que un simpatizante del 15M de los de rosa en puño critica la actitud de Mariano Rajoy. Porque, pensémoslo fríamente por un segundo; a efectos prácticos Mariano Rajoy es la madre de todos los indignados. Que tal vez no le dé por montar su canadiense en el kilómetro cero, pero lleva varios años señalando a voz en grito que esto es un desastre, que no funciona, que nuestra sociedad se va al garete y que necesitamos reformar el país de cabo a rabo si es que no queremos irnos a tomar viento. Y si es necesario aceptamos pulpo como animal de compañía y que Mariano Rajoy es el demonio disfrazado de gallego. Estoy dispuesto a asumir incluso que si gana las elecciones terminará con la sanidad pública, cerrará todos los colegios y resucitará al generalísimo antes de 2012. Pero aún así, aplaudir a unos que protestan sin proponer alternativas y poner a parir al líder de la oposición precisamente por hacer supuestamente lo mismo, resulta grotesco.
Y así es como el 15M pone de manifiesto una vez más la vieja historia de siempre; que aquí lo de menos es la verdad, la coherencia, la congruencia, la lógica o la dignidad más elemental; esto va de ganar votos, y lo demás importa un carajo. Y ni a Rubalcaba ni a los suyos les preocupa lo más mínimo el evidente doble rasero que esto supone ni los cientos de propuestas concretas que el Partido Popular ha presentado en el Congreso desde el comienzo de la crisis (más o menos acertadas, pero propuestas al fin y al cabo). Insisten y seguirán insistiendo sobre la falta de propuestas porque, conocedores del electorado español, saben que nada les favorecería más que ser desmentidos desde Génova. No queremos que nos toquen lo nuestro (ver entrada anterior de este mismo blog), y nos creemos que podemos salir de esta situación sin renunciar a nada. Somos como aquellos que le exigen a su médico que les arregle la figura, pero no quieren oír hablar de cirugía, dietas o ejercicio. Así pues, cualquier propuesta a la que los populares den publicidad, solo puede quitarles votos. Si añadimos que el PSOE puede prometer lo que le venga en gana porque no va a ganar, y tampoco desdecirse sería nada nuevo de producirse una carambola en las urnas; la ecuación se cierra ella solita.
Pero el colmo de la desfachatez lo protagonizan aquellos que simpatizan con el movimiento de los indignados y al mismo tiempo defienden la presencia de Bildu en las instituciones. "Las urnas lo han legitimado", dicen. Y me pregunto yo: ¿hablamos de las mismas urnas que legitiman al PP y al PSOE y toda la situación institucional contra la que se manifiestan en la Puerta del Sol? Quién sabe; puede que no. O tal vez sea que el 15M les ha vuelto a dejar en evidencia.