viernes, 29 de junio de 2018

La muerte de la nueva política

(Publicado en La Razón el 27/06/2018)

https://www.larazon.es/blogs/politica/sin-consenso/la-muerte-de-la-nueva-politica-MF18845283

          Al final resultó que el rey iba desnudo... Y mira que algunos lo advertían a todo el que quisiera escucharles. Detrás de la nueva política no hay más que humo, decían. Pero aquí siempre hemos sido más de hablar que de escuchar; y así es que la muerte de la nueva política pilló desprevenidos a muchos. Otros, por su parte, ni siquiera se han enterado aún de que se ha muerto. Todavía no han entendido que la moción de censura ha apuntalado al bipartidismo y ha sumido a los partidos de la nueva política en la irrelevancia de la que nacieron hace cuatro días. Tanto decir que la nueva política había llegado para quedarse, que las cosas habían cambiado para siempre, y bastaron unas horas para dar al traste con cualquier aspiración de gobierno que pudiesen tener o conservar...

          Pues los hay que aún a día de hoy les cuesta encajarlo. Que la moción de censura se presentó contra Ciudadanos y no contra el PP es algo que se va comprendiendo y asumiendo de forma prácticamente generalizada (que algunos prefieran comulgar con ruedas de molino antes que admitir tal cosa es harina de otro costal). Al gobierno de Mariano Rajoy se lo había cargado la sentencia que condenaba al propio Partido Popular por corrupción. De algo así no había recuperación posible, y las encuestas decían que si se disolvía el gobierno y se convocaban elecciones ganaba Ciudadanos. Y vale que ciertas encuestas tienen la credibilidad de un billete de siete euros, pero sí que parecía obvio que unas elecciones resultarían en una nueva legislatura con gobierno entre Ciudadanos y PP. Y todos los partidos que se habían marcado el objetivo de desalojar a los fachas austericidas del gobierno en 2020, se iban a tener que esperar como mínimo hasta 2022. Que se disolviese el gobierno y los votantes eligiesen uno nuevo en las urnas solo interesaba, pues, a Ciudadanos. Al resto en esta ocasión lo del derecho a decidir o la participación ciudadana no les pareció tan importante como otras veces. Cosa curiosa esto de la política...

          A estas alturas ya tampoco es ningún secreto para nadie que si la moción la interpone Pedro Sánchez, es porque al PSOE es al que, de entre todos a los que no interesaban unas elecciones, más perjudicaban. Con un secretario general ausente en el Congreso y un partido terminal en un mínimo histórico de 84 escaños, convocar elecciones generales venía a ser igual que publicar una esquela. Una puntilla bastante más letal que la sentencia que acababa con el gobierno de Rajoy. A pdrschz no le quedaba otra que jugarse el todo por el todo. Lo cierto es que no tenía absolutamente nada que perder. Para él era moción o muerte. Y no una moción cualquiera, una moción proponiéndose como presidente con los presupuestos austericidas de Rajoy bajo el brazo. Intentar negociar unos nuevos presupuestos habría supuesto elecciones antes de terminar el año, y cualquier cosa le daba menos miedo que los españoles votando.

          Toda esta parte de la historia es sabida y comprendida mayoritariamente. Lo que, en cambio, está costando encajar a muchos es que Podemos en esta película no es verdugo del PP sino víctima del PSOE. Tan víctima de esta moción como Albert Rivera y los suyos... Que durante las primeras horas Podemos y su entorno aplaudiesen la moción tiene una lógica aplastante: a ellos tampoco les interesaban unas elecciones; y desalojar al gobierno de Moncloa y parar los pies a Ciudadanos de un plumazo era un escenario tan atractivo que no se tomaron ni un segundo para calcular las posibles consecuencias. Lo curioso es que una vez que la moción sumó los apoyos necesarios, no pareció que nadie bajo la máxima dirección de Podemos se diese cuenta de que al hacerles la cama a los de Ciudadanos se hacían ellos el Hara Kiri. Únicamente Pablo Iglesias pareció comprender que él solito se había atado de pies y manos con el discurso de “desalojar al PP de las instituciones”, y así fue que le dio a Sánchez cariño hasta el empalagamiento absoluto, pero sin pedirle nada concreto. Para qué. Sabía que pdrschz tenía la sartén por el mango y que los tiempos en que un tipo con coleta tuvo algo que decir en la política española habían quedado atrás veinticuatro horas antes. Que la ilusión de un paladín de la democracia que derroca gobiernos injustos se había tornado en un novato pueril que intenta jugar de tú a tú con los mayores y sale escaldado.

          Y he de reconocer que durante las horas de tensión de la moción me hacían gracia los optimistas patológicos que veían en todo aquello una muestra del fin del bipartidismo. Lo que me deja absolutamente perplejo es que todavía hoy, cuando ya tenemos la oportunidad de mirar con cierta perspectiva y ánimos más serenos, algunos se resistan a comprender. Que no pocos sigan aplaudiendo el varapalo que se le ha dado al PP, sin querer entender que el PP de este varapalo se recupera. Que el PSOE con este varapalo resucita. Que a lo que pone fin este varapalo es a los nuevos partidos con alguna aspiración de gobierno: Ciudadanos y Podemos.


          Que Ciudadanos ya no pinta nada es tan obvio que no merece la pena pararse a explicarlo. Basta con buscarles en cualquier periódico. Y tampoco hay que ser un analista de nivel para entender que devolver al PSOE a la vida es liquidar a Podemos; con lo que les había costado a los morados empujar al PSOE al arrinconamiento terminal en el que lo tenían... La única esperanza que le queda a la nueva política es el propio pdrschz. Hundió al PSOE una vez, y le sobra capacidad para volver a hacerlo. Y si su presidencia está a la altura de lo que cabe esperar de un político de su talla, no sorprenderá demasiado si antes de que termine su legislatura estamos de nuevo en la calle con aquello de que PSOE y PP son la misma M y que no nos representan y tal y tal. Que ya sabemos de sobra que aquí cuando lo hace mal el PP, es culpa del PP. Y cuando lo hace mal el PSOE, también es culpa del PP (y de Franco, claro).

El asturiano y la identidad artificial impuesta

(Publicado en La Razón el 25/04/2018)

https://www.larazon.es/blogs/politica/sin-consenso/el-asturiano-y-la-identidad-artificial-impuesta-CA18183045

          Digamos las cosas como son de una vez ya... Los asturianos de a pie no tienen interés en aprender asturiano, o bable, o como demonios hayan decidido ahora desde el chiringuito ese denominado Academia de la Llingua que debe llamarse nuestro dialecto. Que no se puede hablar de las cosas sin llamarlas por su nombre, y es lo primero que deben comprender todos los que desde diferentes puntos de España me preguntan perplejos por la polémica de la cooficialidad: no hay verdadero interés.

          Y no se crean que lo digo yo porque como buen gijonés sea grandón por naturaleza y mi opinión bien lo valga (que también), es que cualquiera que dedique un minuto a entrar en Google comprobará que en Gijón o en Oviedo o en otras poblaciones por todo el principado hay una buena oferta de academias en las que aprender y perfeccionar inglés, francés, alemán, chino, árabe... pero ni una para aprender asturiano(ni bable. Y cierto es que en Asturias, como en casi cualquier sitio, las emergencias sociales son más emergentes y más sociales cuando se plantea atajarlas con dinero público; mientras que cuando toca rascarse el bolsillo de uno tienden a perder la emergencia y el carácter social como por arte de magia. Pero no por ello debemos dejar de preguntarnos por qué, a pesar de formar una minoría tan irrelevante los que están dispuestos a ejercer algún esfuerzo para que sus niños hablen bable, se genera esta polémica. Suficientemente intensa al menos para que en Madrid, donde vivo ahora, no pase una semana sin que algún conocido me pregunte a qué narices viene tanto revuelo. ¿A quién interesa poner encima de la mesa el asunto de la cooficialidad?

          Que, por otro lado, ya no es que esté encima de la mesa; es que a ratos parece que la ocupa totalmente. La retórica populista ha tomado al bable por bandera y los partidos de todo corte en el principado han tenido que subirse al carro de la cooficialidad. Porque el bombardeo masivo y constante ha conseguido establecer una supuesta equiparación entre la lengua asturiana y la cultura y la identidad de los asturianos que pocos se atreven a contradecir públicamente; y así es que resulta tan confuso percibido desde fuera. Solo unos dementes serían capaces de renunciar a apoyar su cultura o dejar que se pierda una expresión de su identidad; pero el quid de la cuestión está en que el asturiano, o el bable, o como se llame no es ni lo uno ni lo otro. Y por esto la inmensa mayoría de asturianos pasa de ello; no por insensibilidad, sino porque se trata de una lengua que no ha sido la lengua materna de un solo asturiano (o asturiana, claro) desde que el hombre es hombre, al menos hasta que se formalizó la gramática y el diccionario no hace ni veinte años. Malamente puede, así las cosas, pretender tener algo que ver con nuestra cultura o mucho menos nuestra identidad.

          Vamos, que todo el debate sobre el asturiano y la cooficialidad es un debate generado e impuesto artificialmente por la clase política asturiana. El enésimo ejemplo en el que se da la vuelta a la tortilla y en lugar de ser los partidos los que se hacen eco de los debates que emanan de la Sociedad, les toca a los pobres ciudadanos personificar y participar en un debate generado por los partidos. Unos ciudadanos que no necesitan crear diferencias con las gentes de otras comunidades para sentir que se valora su cultura. Que no creen que la identidad asturiana de sus hijos radique en que sus niños sean más diferentes de los niños de Cuenca, Madrid o Sevilla de lo que eran ellos en su infancia. Unos ciudadanos asturianos que desde sus raíces celtas y romanas ha apostado por tender puentes y no por levantar barreras, como pretenden hacer ahora estos supuestos adalides de la cultura asturiana de pacotilla. Estos ignorantes que no entienden que todo aquello que nos une al resto de españoles, europeos y ciudadanos de todo el mundo es tan definitorio de nuestra identidad como lo que nos separa; y que es precisamente lo que hace que nos proclamemos asturianos a los cuatro vientos con orgullo cada vez que tenemos ocasión.

          Pero, claro; lo que no vamos a pretender ahora es que la partitocracia renuncie en Asturias a oficializar una lengua propia, por muy poco interés que tengan los asturianos en hablarla, con el potencial como generador de redes clientelares (razón primordial de ser de los partidos políticos) que ha demostrado tener en todas las comunidades que en España cuentan con una. Eso sería como pedirle a Facebook que renuncie a la publicidad o a mí que renuncie a las croquetas de mi madre. Una lengua oficial es la madre de todas las excusas a la hora de crear empleos e incluso organismos públicos en los que enchufar amiguetes, por no mencionar la de millones y millones que se pueden desviar al asturiano mientras sea, claro está, nuestra cultura. Cada euro invertido en cultura bien invertido está y... Bueno, creo que no necesito seguir para que comprendan que la cooficialidad en Asturias es inevitable. Que los asturianos de a pie no tengan un mínimo interés es lo de menos. Nada que no se pueda generar con algo de paciencia y unos cuantos millones de euros.


          Eso sí, que no todo son desventajas: dentro de unos años, cuando a pesar de nuestra nueva identidad y cultura nos sigamos hundiendo en el subdesarrollo prácticamente crónico en el que nos ha sumido y mantenido el caciquismo asturiano desde el franquismo hasta nuestros días, al menos podremos consolarnos con aquello de que España nos roba...