Me da mucha pena
comprobar en qué poquita cosa ha quedado lo del 15M. Bien es verdad que estaba
anunciado por muchos que duraría poco una vez el PP en el poder (por servidor
entre otros), pero no por ello deja de darme pena. Estaba cantado que la cosa
no iría mucho más allá en cuanto se pudiese volver a protestar contra el
gobierno sin que ello vertiese sobre uno la sospecha de apoyar al PP, o a la
derechona, o a los fachas… (¡Dios nos libre!). Y así ha sido que en cuanto “los
malos” han ocupado el gobierno, la enmienda a la mayor que suponían los “no nos
representan”, “democracia real ya” y demás, parece menos urgente y necesaria a
la mayoría de los que la consideraban esencial entonces.
Y es precisamente por
eso que me da tanta pena. Vale que cuando reclamaban un cambio de sistema lo hacían
únicamente porque habiendo fallado el PSOE, solo tenían como opción el PP, y
aquello les ponía los pelos de punta; pero lo importante, a fin de cuentas, es
que reclamaban un cambio de sistema. Y es una verdadera desgracia que ahora
dejen de hacerlo, cuando resulta más necesario que nunca.
Lo explicaba ya en mi
entrada de hace dos semanas titulada “La trampa del consenso”: El sistema
implementado en la transición ha derivado en una oligarquía de partidos, que
progresivamente ha terminado con la independencia del poder judicial, agentes
sociales y medios de comunicación, y que ha establecido una relación de
simbiosis con la banca. Todo ello operando bajo la premisa del bienestar del
Estado (y no a la inversa), convirtiendo a los ciudadanos en cajeros
automáticos de los que se espera dinero, votos y poco más. Y así es que, sin
ser conscientes de ello en la mayor parte de los casos, los que gritaban “no
nos representan” tenían toda la razón del mundo.
Ahora parece que las
cosas han cambiado. Las encuestas predicen que entre los dos partidos de
siempre no sumarían la mitad de los votos si hubiese elecciones mañana, y no
pocos señalan esto como un logro del 15M. El problema es que mañana no hay
elecciones; queda tiempo y margen de maniobra para mucho, y PP y PSOE ya han
empezado a mover ficha. Me explico: Rubalcaba es un tipo muy listo. Listísimo.
Y sabe perfectamente que mientras los dos partidos bajen en las encuestas no
hay nada que hacer. Los miembros de su partido se revuelven como locos buscando
candidatos, o mensajes o propuestas que
puedan devolver la ilusión a los votantes del PSOE; pero Alfredo sabe
perfectamente que por ahí nada pueden hacer. El líder de la oposición sabe que
el valor del PSOE no radica en sus ideas, ni muchísimo menos. El mayor reclamo
del PSOE es no ser el PP, y su auténtico valor es como contrapunto a los
populares. Por eso, será inevitable que el PSOE siga cayendo en las encuestas
mientras los siga haciendo el PP. Sin la amenaza de la “derechona”, el PSOE no
resulta necesario… Por eso, cuando desde Génova celebran los datos
macroeconómicos que parecen indicar recuperación, desde Ferraz no se dignan a
señalar todos los demás datos que indican lo contrario; o lo poco que tienen
que ver esas supuestas mejorías, en la mayoría de los casos, con las políticas
emprendidas por el PP. Rajoy y los suyos se creen que son la leche, que son tan
buenos que dejan a la oposición sin argumentos; cuando lo que ocurre en
realidad es que Rubalcaba necesita que el PP remonte en las encuestas. Porque
solo cuando el PP recupere intención de voto, hará lo propio el PSOE. Cuando
las cifras positivas se traduzcan en mejora del PP en las encuestas, renacerá
la amenaza de la “derechona”; y todos sabemos cuál es el único partido con
capacidad para detenerles. Así mejorará la intención de voto para el PSOE, lo
que alertará a los votantes del PP… y la dinámica del voto útil volverá a
operar en todo su esplendor para desgracia de los partidos minoritarios. Si no
lo impedimos, todo esto nos habrá servido para quedarnos como estamos…
Por eso es fundamental
que nos indignemos, pero de manera constructiva. No se trata de que nos
dediquemos al camping urbano u organicemos una docena de manifestaciones
diarias. En realidad es bastante más simple que todo eso, se trata de utilizar
el poco poder que nos han dejado, que es el del voto. Lo que necesitamos es no
olvidar que el sistema necesita una profunda regeneración, una “democracia real
ya”, y que ésta no llegará nunca de la mano del PP y el PSOE; porque, a fin de
cuentas, es verdad: “No nos representan”.